Farinelli (Il Castrato)

Lascia ch'io pianga mia cruda sorte, E che sospiri la libertà!
(Déjame llorar sobre mi destino cruel, y lo que anhelo por la libertad!)

“Mi querido niño... os diré con términos más insinuantes que debéis haceros pulir mediante una ligera operación, que os asegurará por mucho tiempo la delicadeza de vuestro cutis y la belleza de vuestra voz para toda la vida...”
Charles de Saint-Evremond, 1685

"Evviva il coltello!" (Viva el cuchillo!)
Hoy muchas veces que me pregunto cómo puede llamarse humanidad a la humanidad, pues un concepto que aparentemente va unido a bondad, es en realidad un término peyorativo, pues no hay cosa más inhumana que el hombre.
Porque en nombre de la humanidad se han cometido los mayores crímenes de la historia.
Por un valor supremo como es la religiosidad del hombre, se han cometido y se siguen cometiendo actos de una vileza y una crueldad inaudita (desde las torturas de la Inquisición a las bombas de los fundamentalistas islámicos).
Pero lo más cruel son los crímenes que se han perpetrado en nombre de la belleza, del arte.
En busca de ese sonido perfecto en las voces humanas, se mutiló, se castró a cientos de niños.
No penséis que estoy hablando de tiempos inmemoriales, pues dicha práctica ha continuado hasta principios del siglo XX y para mayor escarnio, en muchos casos unidos a la propia Iglesia.
No sé si alguna vez habéis oído hablar de los "castrati”, o, de forma más educada, musici o evirati, dentro de la música clásica, ellos eran varones que eran castrados antes de la pubertad para preservar su registro vocal de contralto o soprano.
Los castrati aunaban en su voz la ternura de un niño y la potencia y agilidad de un adulto.
Fueron voces muy codiciadas y aplaudidas.
Unos de los más famosos castrati fue Carlo Broschi más conocido como Farinelli.
Precisamente a raíz de una película que hicieron de este espectacular cantante conocí esta parte de la música, y a él le voy a dedicar mi nota.
Hubo un tiempo en que la Iglesia Católica no permitía que las mujeres cantaran en el coro y por eso en el siglo XVI se empezó a recurrir en hombres castrados los cuales eran llamados Castrati.
Estos hombres llegaban a tesituras que iban desde soprano a mezo-soprano, debido al retiro de sus testículos en edad puberta.
Era un tiempo en que la belleza era el más alto valor y donde esta voz era considerada como un don divino, algo privilegiado.
Así pues, estos cantantes florecieron en todas las cortes de los siglos XVI hasta 1870 que fue prohibida la castración voluntaria por el Estado Italiano.
Dijo San Pablo, y está escrito:
"Las mujeres deben mantener silencio en la Iglesia".
Y es el siglo XVI cuando el papa Pablo IV aplica esta norma y prohíbe la participación de mujeres en los coros eclesiales; niños de voces blancas y adultos castrados sustituyen a las voces femeninas, a mayor gloria de Dios.
Tiempo después, la medida se extendió también a los teatros de los estados pontificios donde se consideró inadmisible la presencia de mujeres en los escenarios y así muchos de estos notables cantantes de voz "angelical" lograron la admiración del público y amasaron colosales fortunas personales interpretando tanto roles masculinos como femeninos.
Así empezó a desarrollarse el negocio clandestino de la castración. 
Poco o nada se sabe de quienes la ejecutaban. 
Se considera que los mejores cirujanos procedían de Bolonia, pero se sabe que incluso los barberos llegaron a realizar ese trabajo.
En cualquier caso, Charles Burney cuenta que fue preguntando por Milán, Venecia, Bolonia, Florencia, Roma, Nápoles,… y en todas partes le decían que tales operaciones se realizaban en la ciudad vecina: 
«Los italianos están tan avergonzados de ello que en cada provincia lo transfieren a otra».
Durante los siglos XVII y XVIII los castrati fueron utilizados en la ópera; incluso se compusieron varias operas pensando en la tesitura de ellos.
Hoy en día cuando reponen una de esas óperas se utilizan sopranos y contratenores para ese papel.
La dificultad de conseguir uno y la necesidad de una ornamentación vocal rebuscada, los hacía importantes y por ello podían permitirse algunos privilegios. 
La castración antes de la pubertad impide el desarrollo y la madurez de la laringe del muchacho, así como los cambios fisiológicos normales de pubertad; sin embargo, ello no definía su orientación sexual.
Como resultado, el rango vocal de pre púber es retenido, y la voz se desarrolla en la madurez de una manera única.
Como el cuerpo del castrato crece (sobre todo en la capacidad pulmonar y la fuerza muscular), su voz se desarrolla en un rango, poder y flexibilidad bastante diferente a la voz cantada de una mujer adulta, pero también notablemente diferente de los rangos vocales más altos de un varón adulto no castrado.
No todos los niños lograban mantener esa voz después de la castración, realizada por los barberos.
Para ello bañaban al muchacho en una tina de leche caliente con especias y se le sedaba para que sólo se le quitaran los testículos; pocos de ellos se desarrollaban como Castrato y la mayoría terminaba en la pobreza y mutilado de por vida, lo que los conducía a pasar por “apestados” durante su existencia y más allá; ya que al no estar “completos” la Iglesia les rechazaba para ser enterrados en tierra sagrada.
Ya lo decía Doña Juana La Loca: 
“Iglesia necia que acusáis a los castrados sin razón, sin saber que vos sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.
Se estima que un 10 ó 15 % de aquellos niños llegaron a ganarse la vida con su voz y que sólo un 1% consiguió la fama. 
El resto poblaron iglesias (como sacerdotes y maestros del coro) y burdeles (como atracción para el turista).
Farinelli, (Harinero) apodo dado a él cuando se volvió como “farinhazinha”, un trompetista que desafiaba a cualquiera a que lograra sostener una nota más alta que él, así era conocido Carlo Broschi (1705 – 1782), cantante castrato italiano, uno de los más famosos del siglo XVIII.
Se le supone una extensión vocal desde La2 hasta Re6 (3,4 octavas) es decir, tenía la capacidad para 150 notas en un solo aliento.
Las descripciones del canto de Farinelli son de éxtasis.
Burney dice que durante una actuación en Londres los músicos de la orquesta no podían concentrarse en sus partituras porque estaban alucinados con el virtuosismo de Farinelli: 
«Podía mantener las notas durante tanto tiempo que los que le oían pensaban que era imposible hacer aquello de forma natural. 
Pensaban que debía esconder algún instrumento que mantenía el sonido de su voz mientras él tomaba aliento».
En esa época se castraban a los cantores jóvenes cuyas voces eran de interés. 
La práctica se originó en España y desde allí se difundió a Italia donde aparecieron los conocidos Castrati, cuyas voces han sido inigualables.
Después, se abolió dicha práctica en la música y se fue sustituyendo con los contratenores, que utilizan lo que vulgarmente se denomina “falsete”, que no tiene nada que ver con falsedad en los registros o falta de la utilización de todas las cuerdas vocales, sino con una técnica cuya voz se asemeja a la femenina. 
Händel y otros compositores crearon piezas exclusivas para ellos que ningún cantante moderno ha sido capaz de interpretar.
Nadie ha vuelto a superarles en perseverancia, en minuciosidad, en virtuosismo vocal, en conocimiento de las posibilidades de la voz humana. 
Solo en el Vaticano y en otras iglesias, siguieron actuando hasta que un decreto del papa León XIII en 1902, prohibió definitivamente la utilización de castrados en ceremonias eclesiásticas.
Algunas excepciones se hicieron de todos modos, particularmente con Alessandro Moreschi, el último castrado, quien se retiró en 1913 siendo el único que pudo dejar el testimonio de su voz para la posteridad en grabaciones realizadas en 1902 y 1904.
Farinelli, al final de sus días, fue nombrado director de teatros en Madrid y Aranjuez, y montó obras que tenían textos de Pietro Metastasio. 
Se le otorgó el rango de caballero en 1750 y se le condecoró con la Cruz de Calatrava. 
También colaboró con el gran Domenico Scarlatti, compañero napolitano que vivía en España.
Después del ascenso de Carlos III, Farinelli se retiró a Bolonia con la fortuna que amasó, y allí pasó el resto de sus días con Metastasio, falleciendo pocos meses después que él.
Dicen que su generosidad era proverbial. 
Cuando murió, en 1782, dejó todo cuanto tenía a sus sirvientes y a los parientes que le ayudaron y cuidaron hasta el final.
Su patrimonio incluía regalos de la realeza y valiosos instrumentos musicales, como un violín Stradivarius.
Los castrados mas reconocidos fueron: 
Baldassare Ferri (1610-1680), Antonio Maria Bernacchi (1685-1756), Carlo Broschi Farinelli (Nápoles 24/I/1705–Bolonia 15/VII/1782), Gaetano Majorano Caffarelli (1710-1783), Gaetano Guadagni (1725-1792), Gasparo Pacchierotti (1740-1821) Girolamo Crescentini (1762-1848), Giambattista Velluti (1781-1861), Francesco Bernardi Senesino (c.1685-c.1759), Luigi Marchesi (Milán 8/VII/1754–villa Inzago 14/XII/1829,Alessandro Moreschi (Motecompatrio 11/XI/1858-21/IV/1922), Domenico Mustafa (Sterpara 16/IV/1829-Montefalco 17/III/1912) y Giovanni Cesari (Frosione 25/VI/1843-Roma 10/III/1904). 
Como ven muchos fueron los llamados y pocos los elegidos.
Solamente existe un registro fonográfico de un castrado y es de Alessandro Moreschi; el último castrado del coro papal.
Moreschi grabo para Gramophone & Typewriter Company tanto en 1902 como en 1904; las opiniones se dividen; algunos consideran que preservar la voz de un castrado ha sido algo valioso; sin embargo también se comenta que Moreschi fue un cantante mediocre.
Algunas personas consideran sin embargo que el último castrado fue Ugo Farell. 
Hoy en día se sabe que algunas personas que han padecido enfermedades en la niñez sufren de una castración “natural” entre estos castrados se encuentran: 
Radu Marian, Jorge Cano y el xochimilca Javier Medina.
¿Y cómo amaban dirán ustedes? 
Sencillamente como tú y como yo; con la piel y no necesitaban de testículos puesto que conocieron que el placer no necesariamente llevaba a la reproducción.
Las películas sobre grandes músicos nos suponen muchas veces a los aficionados un amargo dilema: o bien encontramos algo "muy cultural" y con una "cuidadosa" reconstrucción histórica, pero que como cine es generalmente de una pesadez insoportable; o bien algo que interesa como cine, pero sacrificando a menudo el rigor histórico, o donde lo que menos importa es decir algo sobre la música.
Por ello es todo un acontecimiento el que existan directores como el belga Gérard Corbiau, que une en su persona la pasión por la música (es crítico de ópera, al parecer) y el saber hacer buen cine.
Los alicientes que tiene esta película para un público, incluso no aficionado a la música, son muchos: una reconstrucción muy cuidada del siglo XVIII, al nivel de las mejores producciones europeas de época; una historia con "morbo" sobre el alcance sexual del protagonista, y hasta dónde puede o no puede llegar con las mujeres, las escenas eróticas son numerosas; unos personajes creíbles, reales, no acartonados como en tantas películas similares; una muestra de las pasiones humanas, con la relación de amor-odio con su hermano Riccardo, que participó en la castración de Carlo para así poder explotar su voz.
En 1994 se realizó esa película, Farinelli Il castrato, acerca de su vida, presentándolo como una estrella de rock barroca y faltando por completo a la verdad sobre su vida.
Por ejemplo, se le da al hermano de Farinelli mucha importancia, y se le resta a Porpora, mientras que Händel está representado como un villano.
También la película ofrece una explicación diferente de cómo Carlo Broschi llegó a tomar el nombre artístico de Farinelli.
Filme de época, donde la ópera domina el ambiente, la película es pura música, claro que no es cualquier música, sino que se refiere a del siglo XVIII: Broschi, Händel, Hasse, Pergolesi.
La cinta fue ganadora a mejor película extranjera en los Golden Globes de 1995 y nominada en la misma categoría a los premios Oscar.
Es una película con un excelente decorado.
Tanto el vestuario, como el maquillaje y la fotografía son sencillamente deslumbrantes.
Una cinta llena de encanto visual y sonoro, y de fondo tenemos un filme biográfico sobre el castrado Farinelli (Carlo Broschi),interpretado correctamente por el actor italiano Stefano Dionisi, y su hermano Riccardo Broschi interpretado por otro italiano más conocido en el ambiente de Hollywood al menos: Enrico Lo Verso.
Sobre los actores, el reparto es muy adecuado, aunque la mayor parte de ellos me son desconocidos, con dos excepciones, que interpretan a compositores: Omero Antonutti como un Porpora sólo preocupado por el negocio, y Jerome Krabbé, que hace un fenomenal Händel (aunque al quitarse la peluca aparezca moreno y no pelirrojo). 
El carácter orgulloso y despótico del genial sajón está perfectamente encarnado por Krabbé, en una película en la que son muchas las imágenes de "impacto", sirva como ejemplo aquella en la que Händel aplasta un insecto mientras habla con los hermanos Broschi, el mensaje subyacente pudiera ser: 
"Así podría hacer también con vosotros".
Para un aficionado a la ópera, aparte de la ambientación, la música y los personajes, se plantean cuestiones estéticas que pueden pasar desapercibidas al resto.
¿La música como arte o como negocio? 
¿Cuál es la diferencia entre una obra correcta y "comercial", y una obra genial? 
Por ejemplo, entre Porpora y Händel. 
El protagonista, que se ha hecho rico cantando obras "comerciales", siente una atracción misteriosa por la música de Händel, porque expresa una emoción que no tienen los productos que canta habitualmente. 
Y por ello llegará su conversión, llegando a cantar para el "enemigo" (Händel escribía para un teatro rival); concretamente, el "Rinaldo".
Ciertamente, nos metemos en un terreno donde es difícil expresar con palabras lo que se siente en la escucha, y por eso la película cae a veces en un tono místico, con frases como "Despertar la parte de infinito que hay dentro de nosotros" o "Compartir el misterio", que emplea Farinelli para tratar de decir por qué la música de Händel es grande (y la de Porpora no lo es). 
Prefiero una explicación totalmente opuesta: una música es tan grande, no porque nos eleve a alturas desconocidas, sino porque nos revela cosas de nosotros mismos, de la condición humana, porque es tan grande como la vida misma: 
¿Cómo no imaginar que Farinelli piensa en su propia y triste situación de castrado, cuando está cantando el "Lascia ch'io pianga"?
"Déjame que llore/ mi cruda suerte/ y que añore/ la libertad".
Merece una mención la banda sonora, que intenta reconstruir la voz de "castrato" con una mezcla, realizada en los laboratorios del IRCAM (Institut de Recherche et Coordination Acoustique/ Musique) de París, entre una voz de (mujer) soprano y una de contratenor.
Hubiera sido perfectamente posible encomendar a un sopranista actual (como Aris Christoffelis) el dar vida a la voz de Farinelli, pero entonces se hubiera perdido el morbo añadido, para los compradores del disco, de "poseer algo que no existe en la naturaleza", "creado especialmente para la ocasión", etc.
Hoy en día, algunos tenores tienen la capacidad de usar un falsete que les permite llegar a escalas que solo las sopranos pueden y son conocidos como sopranistas; estos interpretan muchas piezas que Rossini escribió para los castrados.
Si hubiese sido interpretada la partitura por una gran soprano, seguramente el resultado hubiese sido más brillante, pero no sería lo mismo, perdería ese morbo de imaginarnos cómo era este tipo de voz.
Hallar una voz que cubriera el papel del castrato fue un reto, por no decir un imposible. 
Casi nada del repertorio compuesto para los castrati puede representarse hoy en día porque nadie posee las cualidades de aquellos cantantes operados.
El equipo de Corbiau decidió elegir a dos cantantes actuales y se mezclaron sus voces para conseguir una sola con mucho poder, un amplio registro y con un timbre cercano al de un castrato.
Hicieron varios intentos previos, con un bajo, un tenor, un alto, un contratenor y una soprano coloratura y al final, se quedaron con un contratenor (Dereck Lee Ragin) y una coloratura (Ewa Godlewska).
En el IRCAM se realizaron la transformación de sus voces, comparable a la que se hace con la imagen, cuando se logra transformar la cara de una persona en otra. 
A esa técnica se le llama interpolación de formas, o morphing, y consiste en la transformación gradual de una escena en otra mediante cambios continuos de forma, textura y de los elementos fundamentales del rostro.
De la misma forma, fueron de una voz a la otra alterando gradualmente las características de una y convirtiéndola en la otra. 
Al final, consiguieron 45 minutos de material vocal para crear la banda sonora de la película, en la que tratan de resucitar parte del repertorio de Farinelli.
Es una película recomendada como ya mencioné por sus aspectos técnicos que detallan una recreación de época muy cuidada, película culta ya que está rodada en tres idiomas: italiano, francés e inglés y además te exige conocer de antemano muchos aspectos de música y de la época en sí.
En 1998 se constituyó en Bolonia el Centro de Estudios Farinelli, con el propósito de recordar la figura del castrato, que vivió y murió en dicha ciudad. 
Entre las iniciativas organizadas por el Centro de Estudios se distinguen la restauración de la tumba de Farinelli en el año 2000 y la exhumación y traslado de los restos de Farinelli a la Cartuja de Bolonia en 2006.
El proyecto de exhumación fue promovido por el anticuario florentino Alberto Bruschi, el responsable y coordinador general del proyecto fue Luigi Verdi, Secretario del Centro de Estudios Farinelli.
La antropóloga Maria Giovanna Belcastro, de la Universidad de Bolonia, el paleoantropólogo Gino Fornaciari, de la Universidad de Pisa, y el ingeniero David Howard, de la Universidad de York, fueron los científicos responsables del análisis de los restos.
La exhumación tuvo lugar el 12 de julio de2006 y la noticia tuvo una gran repercusión en la prensa mundial.

"De tanto representar a dioses...una vez soñé que podía ser un hombre..."
Farinelli (Il Castrato)



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