Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb

FGD 135

“Gentlemen, you can't fight in here!
This is the War Room!”

La certeza ancestral que tenemos que un día todo acabará viene explicado en esta película con una de las historias más acertadas que he visto sobre la destrucción total.
Será el hombre, y no los elementos, quien se encargue de terminar con este planeta que con seguridad es el más bonito de todos los que hay en el universo, incluidos los de las Puertas de Tannhäuser, lugar de veraneo de los ricos.
Porque el ser humano no es más que un cáncer de piel que desde el día que apareció en el mundo ha ido aumentando y destruyéndolo todo célula por célula e incluso pretende saltar con su mal contaminante a otros satélites o planetas cercanos con su idea de conquistar e invadir y así seguir sin parar hasta que todo esto explote como bombas atómicas.
Ese es el final anunciado que llegará mucho antes que el sol deje de calentar, cuando solamente emita radiación, dentro de doce mil millones de años, como está estudiado.
Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, es LA película de la Guerra Fría.
Se denomina Guerra Fría al enfrentamiento ideológico que tuvo lugar durante el siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS que se dio entre 1989 (Caída del Muro de Berlín) y 1991 (golpe de estado en la URSS), entre los bloques occidental-capitalista, liderado por Estados Unidos, y oriental-comunista, liderado por la Unión Soviética.
Este enfrentamiento tuvo lugar a los niveles político, ideológico, económico, tecnológico, militar e informativo.
Ninguno de los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro, razón por la que se denominó al conflicto "Guerra Fría".
Estas dos potencias se limitaron el pico actual como "ejes" influyentes de poder en el contexto internacional, y a la cooperación económica y militar con los países aliados o satélites de uno de los bloques contra los del otro.
Si bien estos enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad y la gravedad de los conflictos económicos, políticos e ideológicos comprometidos, marcaron significativamente gran parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX.
Las dos superpotencias deseaban implantar su modelo de gobierno en todo el planeta.
Los límites temporales del enfrentamiento se ubican entre 1945 y 1947 (fin de la Segunda Guerra Mundial y fin de la posguerra respectivamente) hasta 1985 (inicio de la Perestroika) y 1991 (disolución de la Unión Soviética).
Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb es una acertada burla de los líos bélicos, sobre todo de la temida guerra nuclear entre los Estados Unidos y la Unión Soviética en la década de 1960.
La película llegó a ser un clásico del cine, por lo que es considerada como una de las mejores películas jamás hechas.
Forma parte de la lista de las 100 mejores películas del American Film Institute (AFI), cuando se creó el instituto en un principio la película ocupaba el lugar n.º26, sin embargo, en 2007, la lista fue modificada eliminando algunas películas de la lista y agregando algunas nuevas.
Actualmente la película ocupa el lugar n. º39.
El largometraje es una satírica comedia negra acerca de un grupo de militares belicosos que provocan un cataclismo nuclear.
Lo que a simple vista parece una sátira de la paranoia inherente a la doctrina de la disuasión nuclear acaba siendo una revelación bastante aterradora sobre el proceso de toma de decisiones a manos de la clase política y la jerarquía militar.
El paranoico General Jack D. Ripper (Sterling Hayden; este nombre se pronuncia Jack The Ripper: Jack El Destripador) ordena un inmotivado ataque nuclear contra la Unión Soviética.
Alertados por este ataque no autorizado, políticos y altos cargos militares se reúnen en la Sala de la Guerra para intentar frenarlo.
A pesar de que están a punto de lograrlo, la represalia rusa, un artefacto secreto llamado Juicio Final con la capacidad de exterminar todos los organismos animales y vegetales del planeta, se activa automáticamente.
El ex nazi asistente político/científico, doctor Strangelove, ofrece la perspectiva de una fantasía sexual masculina como si fuera un sacrificio desinteresado y patriótico.
El doctor Strangelove sugiere que los allí presentes deberían vivir en galerías subterráneas por al menos 100 años.
A cada uno de los hombres le serían asignadas 10 voluptuosas jóvenes para reproducirse.
Los hombres de la Sala de la Guerra piensan que es una buena idea.
La cadena de errores y el azar provoca el holocausto, y los dirigentes de la Sala de Guerra planean cómo repoblar el planeta en una orgía que durará varias décadas.
Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb, es una película británica de 1964, del género comedia de humor negro, producida y dirigida por el director estadounidense Stanley Kubrick y basada en la novela Red Alert de Peter George, con un guión escrito por Terry Southern y el mismo Kubrick.
La estrella de la película es Peter Sellers, quien interpretó a tres personajes:
El capitán de aviación de la Royal Air Force, Lionel Mandrake, el presidente de los Estados Unidos, Merkin Muffley; y el Dr. Strangelove, asesor (ex nazi) del presidente.
Otras apariciones importantes fueron la de George C. Scott como el general Buck Turgidson y James Earl Jones debutando en cine como el teniente Lothar Zogg.
La película fue nominada a cuatro Premios Óscar: a la mejor película, mejor director, mejor guión adaptado y Peter Sellers quien llegó estar nominado al Oscar como mejor actor, por interpretar a tres personajes de esta película.
Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb es la única comedia de la filmografía de Stanley Kubrick, definida por el mismo director como “una comedia de pesadilla”.
No se trata, en efecto, de una comedia normal y corriente, pero tampoco de una simple visión satí­rica del ejército norteamericano y de los terribles peligros derivados de la mala utilización de la energí­a nuclear.
Kubrick adopta un punto de vista crí­tico e irónico sobre la historia que explica, pero lo hace con la voluntad de no suspender en ningún momento la credibilidad del espectador.
El argumento del filme es terriblemente dramático y serio: en un sentido estricto, todos los hechos que relata resultan creí­bles: la insubordinación de un general del ejército que decide iniciar una guerra mundial por su cuenta, los intentos desesperados de los gobiernos norteamericano y soviético por buscar una solución al conflicto, la posibilidad de que uno de los bombarderos no recibiera el orden de abortar la misión y no fuera interceptado a tiempo por el ejército ruso.
El desarrollo realista de la acción no resulta extraño si tenemos en cuenta que la novela de Peter George en qué se basa la pelí­cula, Red Alert (publicada con el tí­tulo Two Hours To Doom en Gran Bretaña y firmada con el pseudónimo Peter Bryant), es una historia de suspense absolutamente seria que, además, acaba de manera optimista, con americanos y soviéticos comprometiéndose a evitar riesgos parecidos en el futuro.
Kubrick y el mismo George estuvieron varios meses trabajando en una adaptación fiel de la novela, pero se decantaron finalmente por la inclusión de dosis de ironí­a y humor.
En este aspecto, la participación en el guión del escritor Terry Southern fue decisiva: Southern contribuyó a dar al filme el toque de humor negro necesario para el buen funcionamiento de la historia, introdujo al personaje del Doctor Strangelove (que no aparece en la novela de George) y cambió el tí­tulo original de la pelí­cula por el definitivo “Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb”.
El tratamiento satí­rico y paródico de la historia, lejos de actuar como un elemento distanciador respeto a la acción y a los personajes, consigue transmitir en todas sus dimensiones el horror y el absurdo de una situación lí­mite desencadenada por una serie de grotescas casualidades.
El futuro de la humanidad, sin ir más lejos, está en manos de un grupo de personajes ridí­culos y delirantes que resulta imposible tomarse seriamente:
Merkin Muffley, un presidente ingenuo y inocente, absolutamente incapaz de hacer nada para evitar el desastre; el Doctor Strangelove, un cientí­fico nazi reconvertido en Director de Investigación y Desarrollo Armamentí­stico; Jack D. Ripper, un general psicótico y absolutamente enloquecido; o el general “Buck” Turgidson, incapaz de concentrarse ni de pensar frí­amente sino es para expresar sus ideas anticomunistas.
La mayorí­a de los oficiales del ejército que aparecen a la pelí­cula, de hecho, han llegado al poder gracias a las medallas y a los méritos obtenidos en otros conflictos, sin que su perfil psicológico o sus verdaderas inclinaciones ideológicas tengan ninguna clase de importancia para el gobierno.
El humor del Dr. Strangelove nace de un principio cómico básico: las personas que intentan ser graciosas nunca lo son tanto como las que intentan ser serias sin conseguirlo.
La figura del Dr. Strangelove es una de las más logradas del cine a pesar de su breve aparición y es, ni más ni menos, que un reflejo de aquellos personajes primarios de la imaginación de Fritz Lang: inteligentes, siniestros, calculadores, con intenciones claras de dominar el mundo.
El humor y la comicidad del filme deriva no tanto del trágico y brutal desarrollo de los acontecimientos sino de la descripción caricaturesca y exagerada de los personajes: el comportamiento infantil del embajador ruso, el Mayor T.J. “King” Kong disfrazándose de cowboy ante el inminente ataque sobre los objetivos rusos, el Presidente Muffley hablando por teléfono con su homólogo ruso Dimitri, a quien ha localizado medio borracho en una especie de orgí­a, el soldado que se niega a disparar contra una máquina de Coca-cola alegando que se trata de una propiedad privada.
Kubrick también subraya la voluntad satí­rica de la producción con la utilización de pequeños detalles y elementos casi externos a la propia acción, como el cartel “La Paz Es Nuestra Profesión” enmarcado en el despacho del general Ripper y colocado a la entrada de la base aérea de Burpleson, o las canciones de la banda sonora:
“Sigue sonriendo / como siempre sonriente / hasta que las nubes oscuras / dejen paso a un cielo azul”, canta Vera Lynn al final de la pelí­cula, acompañando las imágenes de las explosiones atómicas que simbolizan el fin del mundo.
Para acentuar el carácter realista del filme, el director y sus dos guionistas se inspiraron en personas reales de los Estados Unidos de la época:
El general “Buck” Turgidson (George C. Scott) evoca la figura del General Curtis LeMay, director del Mando Estratégico del Aire durante los años cincuenta, y el misterioso Doctor Strangelove está inspirado tanto en el fí­sico Edward Teller, padre de la bomba H, como Henry Kissinger, estadista y autor de un libro sobre la guerra nuclear de gran popularidad en la época.
La pelí­cula está construida a partir de tres historias paralelas y casi independientes, representativas a la vez de tres escenarios claramente diferenciados:
La base área de Burpelson, uno de los bombarderos que participan en el ataque a la Unión Soviética y la sala de operaciones del Pentágono dónde están reunidos el presidente y los máximos dirigentes polí­ticos, militares y cientí­ficos del paí­s.
Esta construcción triple, o mejor, este triple paralelismo, sirve al director tanto para alternar momentos delirantes y divertidos con escenas tratadas de manera totalmente realista: el ataque a la base militar de Burpleson, en la que los soldados americanos se enfrentan entre ellos, o las escenas que describen la trayectoria y la evolución de los bombarderos B-52, como para acentuar las carencias y la incompetencia del sistema de defensa norteamericano.
Los enormes -y por lo demás injustificables-problemas de comunicación entre estos tres sitios son el motor que hace adelantar la narración.
Una serie de desgraciadas coincidencias, de ridí­culas casualidades, una acción aparentemente insignificante provocada por un solo hombre, pueden acabar provocando la destrucción de la humanidad: el mecanismo de defensa ideado por la Unión Soviética, conocido como la Máquina Del Fin Del Mundo, responderá de manera inmediata y automática al ataque de los misiles nucleares americanos provocando la destrucción total de la Tierra y de sus habitantes.
Pero no todo está perdido: el Doctor Strangelove, al final del filme, explica al presidente Muffley que se podrán salvar unas 100.000 personas, que tendrán que pasar cien años escondidas al interior de las minas y grutas más profundas del planeta esperando a que se acaben los efectos mortales de la radioactividad:
“La selección la hará uno cerebro electrónico, una computadora capaz de descifrar los factores de juventud, salud, grado de fertilidad, inteligencia y una media de habilidades necesarias.
Lógicamente, es necesario e indispensable que los hombres que formen nuestro gobierno estén incluidos en el grupo para imponer los principios fundamentales de orden, paz y tradición”.
Kubrick subraya de este modo tan sutil su escepticismo en el futuro de la humanidad: los principios fundamentales a qué hace referencia el personaje interpretado por Peter Sellers son los mismos que, malinterpretados y convertidos en una parodia de sí­ mismos, han llevado al mundo a su autodestrucción.
En un principio la película iba a terminar con una pelea de tartas entre todos los que estaban en la sala de guerra, y finalmente con el presidente (Peter Sellers) y el embajador de Rusia (Peter Bull) jugando a dar palmas.
Este final se eliminó por estimarse poco necesario.
En el momento de su estreno, ocurrió el asesinato del entonces presidente John F. Kennedy.
Se cancelo el estreno para volver a editar un dialogo, donde se hacía referencia a la ciudad de Dallas.
Se regrabo el dialogo cambiando el nombre de la ciudad por Las Vegas en el dialogo dentro del B-52.
Todo en esta película es sobresaliente.
La dirección, el guión, los actores, la música, los títulos de crédito, y sobre todo el aterrador sarcasmo del director, narrándonos el fin de la civilización a través de la locura, la incompetencia y la indecisión de nuestros dirigentes con una lucidez irónica que sólo un talento excepcional como el de Kubrick podía producir.
Además de las numerosas imágenes sexuales y chistes durante toda la película, incluye referencias a grandes cigarros de forma fálica, aviones en apareamiento, las armas, el impotente Ripper y su "pérdida de la esencia", y la bomba atómica orgásmica que monta Kong entre las piernas, muchos de los absurdos, omnipresentes nombres de los personajes masculinos, militares (caricaturas) tienen connotaciones sexuales o referencias alegóricas que sugieren una conexión entre la guerra, la obsesión sexual y el deseo sexual masculino:
Jack D. Ripper: en alusión al notorio psicópata asesino de prostitutas, o una causa de muerte en general, el cual fuma un gran puro, el micrófono con el anima a sus tropas, o la metralleta que esgrime.
Mandrake: es una raíz de plantas medicinales o hierbas, que fomentan la fertilidad, la concepción o potencia, es un afrodisíaco.
Buck Turgidson: “Buck" es un animal macho o semental; " turgid " significa distendido o hinchado, y curiosamente en el film le cuesta obtener la erección para satisfacer a su chica Tracy Reed - la única mujer en toda la película.
Turgidson mantiene relaciones con su secretaria, y, en una conversación telefónica, le recomienda que “rece sus oraciones”.
Merkin Muffley: Merkin es un argot para el área del pubis femenino o pudendum, Muff es la zona púbica de una mujer o los órganos genitales, o específicamente, el vello púbico, pelo o entrepierna femenina.
Col. 'Bat' Guano: Es excremento de murciélago
Soviet premier Dmitri Kissof: "Kiss-off", que literalmente significa "comienzo del desastre", o de descarga o desprecio.
Ambassador Desadeski: lleva el nombre del Marqués de Sade, es el amante histórico sexual, infame, perverso y sádico del siglo XVIII (Sade-ismo).
Maj. T.J. "King" Kong: que significa un animal macho con una primitiva lujuria destructivo –obsesiva como la de King Kong.
El mayor Kong, comandando el avión, lee la revista “Playboy” y habla de un “equipo profiláctico” incluido en el kit de salvamento.
Dr. Strange-love: puede traducirse como amor pervertido.
The bombs: Con la inscripción "Dear John" tal vez refiriéndose a JFK y "Hola".
Por otro lado, la música es la más simple de las películas de Kubrick, aun contando con la no muy notable música de Gerald Fried, pero no significa que sea mala, es que solo utiliza dos canciones:
“The Bomb Run”, que después se convirtió en un clásico de la música bélica y que en la película solo se utilizo en las escenas del avión, y la gran canción del final: “We'll Meet Again” de Vera Lynn, que da un sentido seductor a las bombas atómicas.
Curiosamente, existe un síndrome de la mano extraña o síndrome de la mano ajena, o síndrome del Dr. Strangelove, el cual es un desorden mental raro en el cual una de las manos de quien lo padece parece adquirir vida propia.
Peter Sellers como Dr. Strangelove, en una escena, su mano parece cobrar vida propia.
El síndrome es más común en casos de personas las cuales han tenido una cirugía de separación de hemisferios cerebrales (comisurotomía), un procedimiento usado en ocasiones para relajar los síntomas de casos extremos de epilepsia.
También ocurre en algunos otros casos de cirugía cerebral, golpes cerebrales o infecciones.
El padeciente del síndrome de la mano extraña puede sentir tacto en la mano, pero creer que no es parte de su cuerpo y que no poseen control sobre sus movimientos.
Las manos extrañas pueden realizar actos complicados como abotonar y desabotonar una camisa.
A menudo el padeciente no es consciente de lo que su mano realiza hasta que llama su atención.
Los padecientes del síndrome de la mano extraña a menudo personifican el miembro independiente, por ejemplo creyendo que se encuentra "poseído" por algún espíritu y puede pelear o castigarlo en su intento por controlarlo.
¿La verdad?
La película no hizo llorar a nadie, no plantó ninguna hipótesis existencial en sus cabezas, ni mucho menos los dejó aplaudiendo de pie.
Porque a don Stanley Kubrick (director, guionista y productor) no le interesaba que generara otra cosa.
Kubrick quería demostrar su desagrado -y el desagrado de la mayoría de los hippientos de esa época-, hacia la rivalidad gringo-soviética de esos tiempos.
Y con gran sarcasmo, ironía y vomitiva comedia, Kubrick nos hace ver un lado demasiado ridículo de la Guerra Fría.
Tan ridículo que las risas no salen de las pocas bromas que tiran los personajes, si no, de la ridiculez de la trama e hipótesis que sacan estos mismos ridículos personajes.

[on the phone, after having been told that the Russian Premier is drunk]
Hello?
Uh, hello?
Hello, Dmitri?
Listen, I can't hear too well, do you suppose you could turn the music down just a little?
[Pause] Oh, that's much better.
Yes.
Fine, I can hear you now, Dmitri.
Clear and plain and coming through fine.
I'm coming through fine too, eh?
Good, then.
Well then, as you say we're both coming through fine.
Good.
Well, it's good that you're fine, and - and I'm fine.
I agree with you.
It's great to be fine.
Laughs] Now then, Dmitri, you know how we've always talked about the possibility of something going wrong with the bomb.
[Pause] The BOMB, Dmitri!
The hydrogen bomb!
Well now, what happened is, uh, one of our base commanders, he had a sort of, well, he went a little funny in the head.
You know.
Just a little...funny.
And uh, he went and did a silly thing.
Well, I'll tell you what he did; he ordered his planes...to attack your country.
Well, let me finish, Dmitri.
Let me finish, Dmitri.
Well, listen, how do you think I feel about it?
Can you imagine how I feel about it, Dmitri?
Why do you think I'm calling you?
Just to say hello?
[Sounding hurt] Of course I like to speak to you!
Of course I like to say hello!
Not now, but any time, Dmitri.
I'm just calling up to tell you something terrible has happened.
It's a friendly call.
Of course it's a friendly call.
Listen; if it wasn't friendly...you probably wouldn't have even got it.
They will not reach their targets for at least another hour.
[Pause] I'm sorry too, Dmitri.
I'm very sorry.
All right!
You're sorrier than I am!
But I am sorry as well.
I am as sorry as you are Dmitri.
Don't say that you are more sorry than I am, because I am capable of being just as sorry as you are.
So we're both sorry, all right?
All right…

“Mein Führer, I can walk!”



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