Eyes Wide Shut

Hay que fornicar!

"Jesús les dijo a sus discípulos:
Un nuevo mandamiento os doy:
Que os améis los unos a los otros"
Esa, la primera, es la defensa de la última obra de Kubrick: un prodigio, una confirmación de que el pecado es goce y desequilibrio, tentación, placer y caos.
Stanley Kubrick, figura polémica, director innovador, ha basado en gran parte su soberbio estilo cinematográfico en la exploración sin tapujos de la naturaleza humana en las situaciones más al límite, allí donde realmente se muestra la verdadera cara de una persona y la influencia que sobre ella ejerce un entorno.
Ese tímido y despótico personaje que se esforzó en hacer del genio su aflicción y su derrota, y de la misantropía su cárcel, que se empeñó en apartarse del mundo por temor a la irrupción desordenada de la vida, que cultivó manías, caprichos y crueldades para gobernar con mano firme el proceso creativo, tenía que acabar así, envuelto en una leyenda de inexactitudes y de extravagancias, en un runrún inacabable de palabras y de ecos deformantes, de juicios expeditivos y de rendidas admiraciones.
Sin embargo, más allá de ese incómodo, irritable y arbitrario personaje, más allá de la persona que había detrás y cuyo conocimiento nos está efectivamente vedado, hay una obra valiosa que despierta entusiasmos y rechazos, que no nos deja indiferentes.
Su última producción, que se ha querido ver como un compendio apretado de toda la carrera, es para algunos un relato tramposo, un relato estropeado por brillantes oquedades, por ejercicios de estilo y por excesos insustanciales.
Para otros, por el contrario, esa historia es una fuente de sugestión, de interrogación, una historia en la que la ambigüedad, lo no dicho, lo intuido, lo evocado, lo supuesto o lo entrevisto son ejemplo de una espléndida lección narrativa.
Me confieso ser cofrade de estos últimos, de quienes la admiran.
En efecto, para mí, como espectador, pero también como pecador, como desorientado individuo que se pregunta acerca de sí mismo, de sus zozobras y de sus perversiones, que se sabe irreparablemente pecador, Eyes Wide Shut es un prodigio, una confirmación de que el pecado es goce y desequilibrio, tentación, placer y caos.
Digámoslo de una vez: 
Es fascinante.
¿Y por qué lo es?
Porque trata de lo oscuro, de lo escondido, de nuestra psique más profunda, de lo ambivalente de nuestros sentimientos y deseos, de la vigilia y del sueño, sin dar respuestas consoladoras, pero sin caer tampoco en lo tonta o enfáticamente abstruso, sin engolamiento.
En este dominio de nuestras vidas, no hay nada claro, no hay nada que pueda aclararse definitivamente, porque aclarar un problema es liquidarlo, y aquí, en efecto, no hay nada que podamos resolver.
Hemos tenido tentaciones, hemos fantaseado con nuestro amor y con la infidelidad, hemos destapado nuestras inclinaciones más indómitas, hemos jugado con riesgo, como es la vida misma, pero, al fin, el mejor modo de salir airosos es hacer convivir a nuestros fantasmas, avecindar nuestros deseos, nuestras perversiones y nuestras pulsiones y follar, follar libremente, sin ataduras, FUCK.
Mirar con lubricidad a tu pareja, arder en deseos, compartir sueños, deseos y placeres haciendo justamente del goce carnal o de la experiencia común la meta de nuestra existencia.
No hay aburrimiento posible en la pareja, no hay rutina ni evidencias; hay averiguación y novedad, riesgo y aventura.
A pesar de lo que queremos creer, el cuerpo del ser amado no lo conocemos, ni su epidermis ni sus pliegues interiores, como no conocemos del todo las demandas de nuestro propio cuerpo, las urgencias salvajes, las tentaciones inexploradas.
Aventurarse por esa piel, surcarla, manosearla, toquetearla, son experiencias que no se agotan; hacerla propia, provocar el deseo, multiplicarlo, son tareas que nada tienen que ver con proezas sexuales, que nada tienen que ver con la gimnasia corporal.
Es el deleite tranquilo y obsceno, la procacidad de la carne.
Pero, claro, si admitimos esto, si admitimos este horizonte, no hay nada dado de antemano, no hay fidelidad asegurada, hay riesgo y hay fantasmas interiores en ella y en mí que salen, que se desbordan y que me muestran mi lascivia y la suya, una lascivia que no sospechaba.
En la obra (literatura y cine) hay un sueño lascivo de ella y hay una frustrada correría sexual de él, pero en ella el onirismo se desborda y su simple relato es una invasión del mundo; y en él lo que era vigilia y caza, búsqueda para vengar el malestar por la procacidad inconsciente de la esposa, para colmar sus propios anhelos, se transforma en pesadilla.
¿No es acaso la orgía en la que se aventura el marido una metáfora del ello freudiano, de ese depósito de pulsiones indomables, ocultas que expresan nuestros deseos más primitivos?
¿Han visto ustedes alguna vez una secuencia convincente de un sueño?
Por eso el sueño femenino es contado y no visto, y por eso la aventura masculina es filmada como relato onírico.
El deseo indómito, ese deseo asilvestrado e indomeñable está en nosotros, el pecado como placer, como tentación y como caída está en la esposa y en el esposo, está en ella y en él.
Estoy hablando de esposos, del goce de un matrimonio, de sus riesgos.
No hablo del aburrimiento cotidiano ni de la rutina sexual, de eso no trata Kubrick, hablo, por el contrario, de un matrimonio armonioso, estable y sincero, que quiere ser sincero, y que, por eso mismo, se aventura en el riesgo de una verdad siempre incompleta y oscura.
No se resignan y se atreven a enmendar la realidad prosaica que a todos aplasta; no se resignan y se adentran por el territorio de la fantasía, o mejor dicho, es la esposa, con coraje y con marihuana, la que se adelanta.
¿Y qué descubren y qué descubrimos?
Huidas fantaseadas e historias posibles de adulterio que no son fruto del odio o del tedio matrimonial, que no son infidelidades consumadas; son, por el contrario, el goce asilvestrado y la tentación prerracional que hay en nuestra psique más profunda y que hemos destapado.
El marido, en principio, no sabe cómo hacer frente a ese descubrimiento, no sabe cómo aceptar esa infidelidad fantaseada.
Lo real y lo imaginado se confunden y su camino de infidelidades reales se frustra una y otra vez.
También la suya es una aventura sin consumar.
La revelación final y la sinceridad de ambos --no la mendacidad, no el engaño-- es lo que salva el matrimonio puesto que esos adulterios de la imaginación son inevitables, forman parte de nosotros y, sorprendentemente, aseguran su salvación.
¿Y después qué podemos hacer?
Después de saber que hay algo extraño dentro de mí, que hay algo extraño dentro de ella, y que es la pulsión orgiástica a la que no podremos embridar, después de averiguar eso –como digo--, lo único que nos queda por hacer es follar.
O, mejor aún, fornicar, ese verbo deliciosamente antiguo, ese verbo de resonancias bíblicas que alude a los ayuntamientos carnales que se dan fuera del matrimonio.
¿Fuera del matrimonio?
Lo que nos queda no es el adulterio como compulsión, lo que nos queda no es abandonar a nuestro cónyuge, ese territorio del que creemos saberlo todo, lo que nos queda es la fantasía y la realidad de la fornicación; tomarnos como fornicadores, como esos seres extraños que aún estamos por descubrir y que se entregan con furia a una cópula, a un ayuntamiento que es exaltación, que es vicio, que es averiguación y que es derrota.
Así, es posible iniciar cada día como si esa jornada fuera para nosotros la próxima revelación de nuestras vidas, el goce y el riesgo de todo hallazgo, la alegría y la fragilidad de saberme extraño para mí mismo y para ella, y de saberla extraña para ella y para mí mismo.
Ese final procaz, ese mutuo libramiento sexual, no está en la ficción de Schnitzler, no podía estarlo.
El novelista acaba con el alivio que ambos sienten al ver llegar el día cuando comprueban que están despiertos, que esos dos sueños, que son a la vez pesadillas, no los han destruido.
Schnitzler sólo podía acabar así.
El contemporáneo, pudo escandalizar a la Viena de su tiempo; pudo tratar los fantasmas sexuales y los sueños de personajes atormentados y ociosos; pudo abordar la confusión frecuente que se da entre ilusión y vida, entre realidad y mentira.
Pero ese final de Kubrick, ese final en el que la esposa propone follar y no hablar más ni torturarse, no es efectivamente de Schnitzler, ese final es el nuestro, es el final al que aspiramos, el del goce arriesgado de la carne.
Cuando se estreno Eyes Wide Shut en cines en 1999, fue muy comentada la censura que sufrió la película en los EE.UU., donde utilizaron figuras digitales para tapar los momentos más fuertes durante la famosa escena de la orgía.
La idea de insertar personas digitalmente fue aprobada por Kubrick, pese que en su momento se dijo que había sido decisión del estudio, siendo esto falso.
Como sucede siempre con la censura, ésta no es más que un acto de reprobación que acorta la libertad de los artistas a la hora de mostrar sus obras al público, siendo éstas alteradas de la visión de su autor y perdiendo en muchos casos varios de su valores artísticos.
Cuando se censura una película bien eliminando escenas o alterándolas de alguna forma, se debe normalmente a un interés comercial, los estudios saben que cuantas menos secuencias de sexo o violencia tenga una película, más posibilidades tiene de ser apta para un mayor rango de público, lo que se traduce en que podrá tener un mayor número de espectadores potenciales.
Eyes Wide Shut es una película complicada y enigmática que exige considerable reflexión y ser vista varias veces.
Debido a que los hechos narrados desdibujan la línea que separa la realidad de los sueños, la película resulta misteriosa y poco concluyente y deja la puerta abierta a una multitud de lecturas.
La película de Kubrick sigue la novela Traumnovelle de Schnitzler muy de cerca y tanto Traumnovelle como Eyes Wide Shut pueden ser fácilmente conectados con Sigmund Freud y el psicoanálisis a través de la posición central de la sexualidad, los sueños, el deseo y la fantasía en la vida de la gente.
Schnitzler explora de forma alucinante ciertas zonas oscuras de la vida de pareja, allí donde suelen guardarse los anhelos más inconfesables, ésos que tarde o temprano suelen emerger, ya sea a través de aventuras oníricas, o mediante deseos truncos, en los que el principal muro podría ser la propia cobardía.
Al igual que la novela, la película describe la relación entre dos personajes que son arrastrados por impulsos inconscientes y desgarrados por conflictos reprimidos.
Como los sueños la película está principalmente construida con imágenes y su lenguaje queda reducido al punto del minimalismo.
Como resultado muchos de sus diálogos son repetitivos y a menudo incluso banales.
Los diálogos son frecuentemente monosilábicos y ordinarios, y la película está llena de instantes en los que un personaje simplemente repite lo que otro acaba de decir.
La cualidad onírica de la película queda reforzada por su sorprendente ritmo pausado que crea un espacio vacío y un tiempo muerto.
Kubrick diseñó una precisa estructura cromática.
En muchas de las escenas que comparte Cruise y Kidman están presentes, simultáneamente, el color naranja (que indica amor, cariño, pasión) y el azul (símbolo de la frialdad y rutina que presiden sus vidas).
La música como estruendo y como contraste (Baby Done A Bad, Bad Thing, de Chris Isaac); el piano como refuerzo que puntúa al modo de un ritornello las secuencias de mayor intriga; la fotografía que las distingue, con una luz blanca, casi cegadora, o con ese ocre excesivo, fin-de-siècle; el lujo ostensible y la lentitud sedante que envuelve a los esposos; o, en fin, la propia historia narrada, son todo ello de una sencillez evidente, pero el conjunto resultante es complejo.
Kubrick filmó las escenas intimas entre Cruise y Kidman solo en un set de filmación vacío.
También fue controvertida la inclusión de escenas eróticas muy atrevidas, principalmente las de orgía en una mansión.
Algunos planos de desnudo integral amenazaban con dar a la película la calificación X en EE. UU., lo que implicaba un previsible fracaso comercial.
Kubrick se resistió a autocensurarse, si bien finalmente se distribuyeron dos versiones de la película: la destinada a EEUU era algo más breve en las escenas de sexo y se recurrió a trucos infográficos (interponiendo siluetas humanas) para tapar ciertas desnudeces.
De hecho, los rumores y el anecdotario que rodearon al rodaje acapararon más interés que la propia película, que salvo en algunos sectores, fue acogida con más tibieza que entusiasmo.
Humphrey Pickwick fue el encargado de terminar la película, siempre con el visto bueno de Sir Alfred Hartley.
Uno de los primeros rumores fue que Stanley Kubrick estaba llevando sus tareas como director algo más lejos de lo que habitualmente se entiende, llegando a acompañar a Cruise y su esposa a clubs eróticos nocturnos para que ambos pudieran observar cómo se mueven, cómo se muestran, cómo se realiza una presencia erótica profesional ante una audiencia.
Se decía que Kubrick daba consejos íntimos y personales a la pareja sobre el modo cómo su sexualidad debía ser planteada en la película.
Un par de colaboradores del equipo de producción, al parecer encargados de aderezar las escenas más eróticas, llegó a declarar para una importante revista americana, que habían tenido que "enseñar a Tom Cruise y Nicole Kidman a hacer el amor".
Estas declaraciones alimentaron una polvareda mediática que acabó en los tribunales por una demanda que el matrimonio hizo llegar al medio de comunicación.
Eyes Wide Shut es el título del décimo tercer largometraje dirigido por Stanley Kubrick.
Fue protagonizado por Tom Cruise y Nicole Kidman y estrenado en 1999.
Eyes Wide Shut fue la última película de Kubrick así como su obra póstuma, ya que el director murió pocos días antes de poder acabar el montaje definitivo.
Está basada en la novela Traumnovelle de Arthur Schnitzler y su guión fue escrito por el mismo Kubrick y Frederic Raphael.
Es una película genial en todos los sentidos.
El guión está genialmente construido y es muy ingenioso.
La película tiene una atmósfera llena de misterio que te hace mantenerte alerta y que te preguntes en todo momento que pasará a continuación.
Es una película llena de sorpresas e incógnitas, y es imposible predecir lo que vendrá a continuación por el estado del personaje de Cruise.
Bill Harford, personaje en el que recae el peso de la historia, se pasa toda la película tratando de ver.
Actitud lógica en ese escenario luminoso preparado por Kubrick.
Para que pueda desarrollar bien ese tema, se le concede esa especie de salvoconducto que ofrece la profesión de médico.
Salvoconducto con el que, en esa fiesta con la que se abre la película, consigue saber qué es lo que ocurre en las escaleras de arriba entre Victor Ziegler y la prostituta.
Mirar, ese parece ser el sentido de Bill.
La vista es el sentido rey en este arranque de la historia y no hay nada que genere algún tipo de duda.
La historia empieza a abrirse y a plantear algunas cuestiones pero ese apoyo en el personaje de Bill y esa continua luz van a poder descifrar cualquier duda.
Pero la duda existe.
Existe desde el principio, desde ese título que, hay que repetirlo, se debería haber traducido al español.
Ojos completamente...cerrados.
¿Por qué cerrados, si Bill, durante toda la historia no deja de mirar?
Entra en la casa de la prostituta para mirar y para mirar entra en el local en el que toca su amigo Nick.
No se conforma con esa palabra que Nick anota y quiere saber más.
Quiere seguir viendo.
Y ve la orgía en la casa apartada.
Ve cómo le siguen, ve el cuerpo muerto de la mujer en la morgue.
Ve lo que ocurre en la trastienda de la tienda de trajes y disfraces.
Kubrick le permite mirar en todas partes.
Si quiere ver una orgía de máscaras, la historia le permite acceder a la fiesta. 
Donde, curiosamente, aunque muchos cuerpos estén desnudos, se encontrará con los primeros problemas para saber más.
Que los cuerpos se desnuden pero las máscaras sigan puestas es otra pista sobre el verdadero fondo de la historia.
Nosotros miramos con Bill, vamos pegados a él y creemos que vamos a ser capaces de enlazar todos los detalles en ese juego de Bill por saber la verdad de lo que ocurre esa noche.
Pero ese esfuerzo es inútil.
No vamos a saber más por mirar.
Curiosa tesis para un director en su última película.
De hecho, Bill no va a poder ver qué es lo que pasó entre su mujer y el oficial de Marina, por mucho que trate de imaginárselo.
Y en una escena significativa, él, el que sólo pretende mirar, se ve obligado a exponer su identidad ante gente con máscaras.
Bill se mueve por su vida sin máscara, sin historias que ocultar y esa ingenuidad es la que le deja al descubierto.
Hasta su mujer tiene bastantes registros durante toda la película mientras que Bill parece moverse siempre en un único nivel.
La fe de Bill por lo que ve va perdiendo fuerza.
La solución no tiene un solo camino, sino varios.
La mujer que le salva en la orgía puede ser la prostituta con la que estuvo él o la mujer a la que le salvó la vida en esa fiesta de Vick.
Lo que deja de ver comienza a ser más importante que lo que ve: qué es lo que le pasó a Nick, por ejemplo.
Y en ese movimiento empieza a surgir la palabra.
Lo que parecía despreciado hasta ese momento comienza a tomar peso.
Se muestra como el único camino para entender qué es lo que ha pasado.
Bill tiene que aceptar el discurso de Victor sobre lo que ha ocurrido, la explicación de la compañera sobre los análisis de la prostituta, la propia historia de Alice, su mujer, sobre la máscara, las excusas de Sandor sobre lo que ocurre en su tienda.
No es que la palabra sea definitiva.
Lo que oímos también tiene bastantes huecos:
¿El sueño de Alice se debe interpretar como un giro estilo Cortázar o es que ella tuvo algo que ver con la orgía?
Pero en ese laberinto de imágenes parece más fácil creer lo que las palabras cuentan.
Dependemos de las palabras, no de los ojos.
Es la palabra la que surge de la máscara.
Esta nunca va a caer, el reducto último de la mirada.
De lo que hay detrás, de los sentimientos, las dudas y los afectos sólo tenemos lo que las palabras puedan ofrecer.
Personalmente, creo que el tema de la infidelidad es una excusa para tratar otro más amplio.
No hay suficiente carga en lo que sucede para que provoque esa crisis de Bill. 
¿Todo porque dos modelos en una fiesta tratan de seducir a Bill?
¿Todo porque él admite que se habría acostado con ellas si no hubiera estado casado?
Suena a discusión de colegiales.
Una mera excusa para que surja esa historia del oficial que ya no existe y que una y otra vez Bill necesita imaginarse.
La mirada de Kubrick va pegada a Bill y eso no cierra la historia.
Va abriendo puertas para que nos vayamos quedando en ellas.
En el fondo, todo es posible.
Posible que Alice fuera una de las mujeres de la orgía.
Posible que la máscara la hubiera colocado ella.
Posible que la mujer que le salva sea la prostituta a la que él quiso pagar.
Muchos posibles que, ciertamente, aportan poco a la historia.
Material para la conjetura.
Ese movimiento inicial de Kubrick por la mirada (The Stare), esa imparcialidad, sólo sirve para que descubramos lo débil de ese camino.
Lo ciertamente importante es el poner a la vista en tela de juicio y descubrir que es más fácil crear la realidad con palabras que con imágenes.
Tal vez a la realidad no se la dé de comer por los ojos y los oídos, tan abandonados y descuidados, ofrezcan un atajo mejor.
A todo esto, curiosamente, parece que la película de repite, es decir, la primera parte con ropa (ojos abiertos) y la segunda parte, sin ropa (ojos bien cerrados)…
Me pareció injusto que uno de los mejores directores de la historia nunca haya recibido el Oscar al mejor director ni a mejor película.
Tampoco lo recibió Hitchcock, estas dos ausencias dicen mucho de las predilecciones de la Academia, reacia a mostrarnos el lado oscuro de la naturaleza humana.
En el plano musical, haciendo referencia a lo anterior, siempre he creído que Hitchcock es a Mozart, lo que Kubrick es a Beethoven.
La inclusión en la banda sonora del precioso "Jazz Suite Waltz" de Shostakovich es todo un acierto por parte de Kubrick, convirtiéndose éste en el cierre a toda su portentosa filmografía.
Masked Ball es una canción de la compositora Jocelyn Pook, para la película Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick.
Jocelyn Pook es una reconocida compositora británica que combina la interpretación con la viola, la composición de bandas sonoras para el cine y la música para televisión, teatro o danza.
Lidera una formación que se mueve entre la música contemporánea, el new age, en la línea de Michael Nyman o Philip Glass, y las últimas tendencias de vanguardia, sin renunciar a la música clásica, en especial a la denominada música antigua.
En el tema de Masked Ball, Pook se basó en un Canto Fúnebre Transilvano, con la curiosidad de que lo revirtió y fue interpretado al revés:
“Auov uad auon acnurop ias iicinecu ertac iulunmod asiz.
Aiutseca iulusacal iulutnafs ia irotacafenib is irotiulim irotanihcni.
Uezenmud iul rolibor roletacap aeratrei is aerasal aeratecrec aeriutnam aetatanas aecap ataiv alim urtnep magur en as iulunmod”.
Una vez se escucha la canción original revertida, la letra es esta:
“Zisa Domnului catre ucenicii sai, porunca noua dau voua.
Domnului sa ne rugam pentru mila, viata, pacea, sanatatea, mantuirea, cercetarea, lasarea si iertarea pacatelor robilor lui Dumnezeu.
Inchinatori, miluitori si binefacatori ai sfantului lacasului acestuia”.
Este texto es una cita fraseal de San Juan, (Jn 13, 34) en la lengua rumana.
"Jesús les dijo a sus discípulos:
Un nuevo mandamiento os doy.
Señor, oramos por la misericordia, vida, la paz, la salud, la salvación, la investigación, dejando a la esclavitud y el perdón de los pecados a Dios."
Irónicamente el misántropo Kubrick nos dice que no hay mejor forma de amar que practicar el sexo con un completo desconocido.
Aunque lo irónico es que San Juan "se refiere" a un amor espiritual y no a un amor carnal.
Una forma de mostrar la depravación y la distorsión de los mensajes....
Resulta curioso y sobre todo controvertido que, justamente "El mandamiento nuevo" fuese cantado en la escena de la orgía, reivindicando la máxima de amaos los unos a los otros de un modo nunca exhortado por la Iglesia, centrándose solamente en el amor carnal o Eros, dejando de lado el amor transcendente y puro para los cristianos, el Ágape.
Este es un ritual gnóstico.
Según esta corriente se puede alcanzar la iluminación a través del sexo, a esto le llaman el gran arcano (secreto), durante el acto sexual las energías sexuales (creadoras) están en movimiento, se debe invocar a un querubín a través de ciertos mantras, al ordenársele éste abrirá los chakras del cuerpo.
Devi Kundalini ascenderá así a través de la médula espinal hasta la epífisis (glándula pineal) conocida también como el chakra del "loto los mil pétalos".
El varón no debe derramar una sola gota de semen, aquí está el secreto y la clave.
Este es un conocimiento oculto y un ritual que se practica desde hace milenios, la mayor parte de la gente no se da cuenta de esto dado que no es común que se interesen por el ocultismo más allá de su parte más superficial.
La película empieza con la pareja preparándose para la fiesta.
Pero en realidad, las primeras imágenes, pertenecen a otro momento pasado en la vida de Alice, no es cronológicamente seguido.
Además, la sugerente forma de quitarse el vestido (sin llevar ropa interior debajo), hace sospechar de ella.
Hay numerosas escenas repetitivas de árboles de navidad con lucecitas de colores (en casi cada habitación/apartamento) y de anillos de boda.
La contraseña "Fidelio" que Bill recibe de Nick viene de la raíz latina "fidelis", que significa "creyente".
La pareja que saluda a Cruise en la orgía podría ser el dueño de la tienda de disfraces y su hija.
Él es el único que conoce el disfraz y la hija lleva puesta una careta con una lágrima que recuerda mucho a la joven.
En la escena donde Cruise va a alquilar el disfraz, la chica joven hija del dueño del establecimiento, le susurra algo al oído.
Resulta que le dice lo que ha de llevar a la fiesta: una capa negra y una máscara.
Eyes Wide Shut illuminati?
El sexo es un "numinosum".
Un numinosum es una poderosa energía que posee dos caras, una oscura y una brillante.
Su poder radica en que ambas caras se mezclan, produciendo un fenómeno que Jorge Luis Borges llama "coalescencia", es decir, dos cosas se funden manteniendo su individualidad, pero forjando un tercer poder, de modo que es imposible diferenciar cual es el elemento continente y cual el contenido.
Los pueblos culturalmente evolucionados, como los griegos, los romanos, los egipcios, los hindúes, los chinos, y también los de la América precolombina, prestaban especial cuidado a la observación y canalización de la energía sexual, conscientes de que podía ser un pasaje de ida tanto al cielo como al infierno.
Así surgieron los llamados misterios, ceremonias donde la mente racional era puesta en jaque, a través de una serie de ejercicios de integración psico-espiritual, permitiendo el despliegue de las pulsiones profundas del inconsciente, pero siempre bajo la supervisión de un sacerdote iniciado.
Todos los grandes sabios de la antigüedad eran activos participantes de esos rituales mistéricos.
“Esta gente (de los rituales) no es gente ordinaria, si te digo los nombres, no dormirías”
Todos los títulos de Kubrick son enigmáticos.
Eyes Wide Shut significa “Ojos Bien Cerrados”, te está hablando del mayor misterio oculto de la Tierra.
Todo el mundo tiene los ojos cerrados a esta realidad de los sacrificios orgiásticos rituales de las élites.
Para entenderlo sólo necesitas saber algo de simbología esotérica de qué significa el abeto, el arcoíris, la navidad, el pentagrama, el hexagrama, el octograma, los colores: rojo (tentación y sexo), amarillo (traición) y azul (peligro y miedo), el simbolismo (super amplio) del color púrpura usado en el cartel del film, la mansión de los Rothschilds, pirámides, cuernos, necrofilia, sacrificios etc.
Todo está ahí…
El Arcoíris aparece varias veces.
¿Qué significa?
El rojo y verde dominan toda la película y a veces el negro o el blanco.
Kubrick cambia la contraseña del libro que es “Dinamarca” y pone una masona “Fidelio”, la única ópera del masón Bethoveen.
Te da más claves, ya que en la obra de Beethoven, Leonora, el león illuminati, salva a su marido de un prisión y de la condena de muerte por razones políticas.
En definitiva, un film repleto de mensajes esperando a ser descubiertos, pequeños detalles y curiosidades que hacen las películas de Kubrick diferentes a las del resto, ya que no puedes evitar la sensación de poder participar en todas y cada una de sus películas para develar cada enigmas que estas esconden.
Kubrick es maestro en estas ambigüedades, parece que no te ha contado nada, pero te lo ha contado todo.
Eyes Wide Shut constituye un potentísimo ejercicio de verdadero cine, a la vez que un demoledor viaje al interior de una sociedad exuberante por fuera y carcomida por dentro.
Una de las necesidades básicas del ser humano como solución a los problemas creados por la mente.
Y cuánta razón tiene Kubrick con su certero y sincero final.
Las cosas irían mejor si folláramos más.

"Todo lo profundo necesita una máscara"
Friedrich Nietzche



Comentarios

  1. Gracias por tu gran análisis, Álvaro. He visto 7, 8, 9 veces "Eyes wide shut". Desde la primera vez tengo la sensación de que la película está gritando a la espera de saber ser oída, de ser un secreto escurridizo que huye de cada intento de interpretarla.

    Mi gran pregunta es: ¿se sirve Kubrick de la simbología masónica-Illuminati como metáfora de la psicología del sexo y de la pareja, o se sirve Kubrick de la psicología del sexo y de la pareja para hablarnos del "nuevo orden mundial"? ¿De qué nos quiere hablar Kubrick? Su genio, su talento, queda al descubierto por su capacidad de hablar de dos cosas con un mismo lenguaje.

    Me pregunto si el hecho de que las lámparas de la mansión de la fiesta inicial, de la casa de Cruise-Kidman y de la mansión de la orgía sean iguales, es casualidad. Y no sólo que sean iguales, sino que todas ellas tengan la forma de la pirámide de ese "nuevo orden" que aparece, por ejemplo, en el billete de 1 dólar. ¿Es la forma casual? No son pocas las lámparas que tienen esa forma... ¿pero por qué TODAS las que aparecen en estos lugares son iguales? ¿Podría ser, en cambio, un elemento que potencia el sentido onírico e ilusorio del relato?

    Hace poco leí que, en los Illuminati (y cuando digo Illuminati, puedo decir Club Bildeberg) había 13 ritos iniciáticos. 13 es la suma de los números del portal de la prostituta, que sería la "Iniciación Minerva", el segundo de los ritos (efectivamente, el primer rito correspondería con la mujer que besa a Cruise poco después del fallecimiento de su padre). Minerva, por otra parte, era una diosa con mucho seguimiento en Italia. Cuando Kidman llama a Cruise, estando éste con la prostituta, en la televisión se habla de Italia. Minerva está relacionada con Ovidio, del cual habla el "seductor" que habla con Kidman. A su vez, el nombre de este seductor, Szandor Savos es una referencia al creador de la Iglesia satanista (Anton Szandor LaVey). ¿Utiliza Kubrick la visión satanista como metáfora de la tentación, de lo prohibido, del pecado? ¿O es precisamente al revés? ¿Establece Kubrick un paralelismo entre la visión "convencional" de los Illuminati por parte de la Iglesia Católica (visión satanista, que no satánica) y la visión "convencional" del sexo, de la pareja, de la lujuria? Esta interpretación tiene el punto común en que lo "convencional" cierra los ojos al conocimiento, mientras que lo no-convencional persigue el conocimiento sin supersticiones ni prejuicios.

    Es un gigantesco rompecabezas, un puzzle cuya solución desconozco si existe. Me encantaría seguir hablando de esto, sigo leyendo muchísimo y recopilando todo tipo de interpretaciones y detalles. A medida que vaya consiguiendo descifrar nuevos elementos (si es que lo consigo) estaré encantado de compartirlo en este mismo post.

    Gracias una vez más por tus comentarios, Álvaro, y sigamos intentando no cerrar completamente los ojos ;)

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  2. Has hecho un FANTÁSTICO comentario, ENORME cada palabra que escribes y describes en tu nota.
    Desde mi punto de vista Kubrick hace un paralelismo entre el sexo y "lo prohibido", utilizando a los Illuminati sólo como una referencia visual, ¿Cómo es esto?, pues tomando los elementos que pones, bien las lámparas son un objeto que se encuentra arriba, ¿Cierto?, pues yo que soy muy dado a buscarle segundas lecturas a todo lo que veo, objetivo supremo del blog también; pues si se tiene sexo en el piso, en cualquier habitación, pues lo que queda a la vista, en el techo es una lámpara, suena estúpido pero es cierto, y nos dice que el sexo es simplemente lujuria, y nos enfocamos a él como objetos, solo material para satisfacción, pues la lámpara es uno de ellos, y no la mujer.
    Kubrick me dice que el sexo es tabú y por tanto, hay muuuucho de él que desconocemos, y que nos ha sido vetado por la religión, ejemplo de ello, que más antagónico a la religión, no Satanás, sino "los Illuminati" como secta para mostrarlo a la altura de otra "secta"
    Son recursos visuales obviamente puesto para la interpretación; pero que si nos dice fuertemente, que tenemos los ojos vendados, hay mucho alrededor que está puesto de manera subliminal, mucho de ello, es usando al sexo como elemento de pecado: Número 13 de la mala suerte (o los 12 apóstoles + Cristo = 13), orgías, prostitutas, sueños eróticos...
    Sabbia, usa este espacio para dejar todos los comentarios que gustes, me gustaría saber más sobre tus interpretaciones tan brillantes.
    Saludos y GRACIAS por compartir tu nota con todos en el blog.

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  3. Hola, enhorabuena por el blog. Me pareció muy interesante desenredar el significado de la canción tenebrosa de la orgía, como suponía había un cínico y provocador mensaje acompañando la perturbadora música.

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  4. La ví hasta anoche. Realmente es confuso. Pero luego sí la ligué a los supuestos Illuminati. Los signos de luces multicolores, en cada escena hay luces de navidad. El círculo de personas, dinero, máscaras de Venecia. Su manipulación mundial y sus ritos satánicos. Cuando el personaje le reclama a su amigo Víctor en su mansión, delicadamente adornada, este le insiste que era una obra de teatro. Más la muerte de la pelirroja lo pone en duda. Al final solo era una puta, como si no fuera un ser humano. Y la pegó Kubrick con la homosexualidad de Cruise y Kidman también la pega cuando le dice que tiene pene pequeño. De estudio.

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