Cabaret

“Willkommen, bienvenue, welcome!
Fremde, etranger, stranger.
Gluklich zu sehen, je suis enchante,
Happy to see you, bleibe, reste, stay.
Willkommen, bienvenue, welcome
Im Cabaret, au Cabaret, to Cabaret”…
(The Master of Ceremonies)

Divine decadence darling!

A Bob Fosse siempre se le ha atribuido el mérito de ser uno de los grandes creadores de musicales (cualidad que no hay que negarle); y de esta película se ha dicho que es su trabajo más brillante.
Ver Cabaret es una experiencia indescriptible.
Como demostración de su capital importancia dentro del cine en general y el musical en particular, podemos contar títulos posteriores como ¿Víctor o Victoria? o la reciente Chicago, que beben de los esquemas visuales de Fosse a la hora de configurar sus mundos de música y disfraces.
¿Y cuáles son las bases de ese estilo Fosse tan reivindicado?
Mezclar lo divino (lentejuelas, pestañas postizas, maquillajes chillones) con lo decadente (las luchas de barro, chistes poco recatados).
Situar la cámara lo más cerca posible de la acción para que el espectador sienta en primera persona el frenesí del espectáculo sin perder ningún ápice de fantasía, espectacularidad (situar la platea a escasos centímetros de las medias de la bailarina, las faldas del coro, el microcosmos que se cuece entre bambalinas).
Devolver a los actores el verdadero protagonismo de la performance para filmar la verdadera esencia del cabaret: números teatrales con ambientes circenses, tendencia a la escatología y una sabia combinación en sus letras y puesta en escena de crítica social, sátira política, derroche de intrascendencia y festival grotesco para espectadores soñadores, nocturnos.
La descripción de un mundo que mezcla luces y oscuridad mientras el teatro se llena de alcohol, humo, murmuros, aplausos y excesos varios.
En el club se abordan públicamente los temas de preocupación general de la época: antisemitismo, militarismo, autoritarismo, racismo...
El club deviene un espejo que refleja la realidad de modo simplificado y algo deformado, como si de una caricatura se tratara.
Los primeros planos así lo sugieren, al mostrar las paredes del escenario revestidas de una plancha metálica pulida, con algunas arrugas, que reflejan la imagen de las figuras que tiene próximas.
El mundo exterior se representa como un universo disipado, ocioso y decadente, empeñado en distraerse y divertirse a toda costa, sin pensar en los peligros que le amenazan.
Específicamente, Cabaret es mucho más que un musical; es una muestra de la decadencia de un sector de la sociedad alemana en los últimos años de la República de Weimar, poco antes del ascenso de los nazis al poder.
Canciones como "Mein Herr", "Tomorrow Belongs to me" o "Money, Money" denuncian esa situación bajo las tablas de un escenario en el que la diversión y el erotismo parece ser la única forma en la que Alemania parecía olvidar sus penas.
Una película de ensueño y al mismo tiempo perturbadora.
Las constantes de un genio: Bob Fosse, quien diseñó todos los bailes de la película.
Cabaret es una película de 1972, protagonizada por Liza Minnelli (ganadora del Oscar protagónico por esta película), Michael York y Joel Grey.
Cabe destacar que Grey es la única persona que ha ganado un Oscar interpretando un personaje del que no se sabe ni nombre, ni apellidos, ni siquiera mote.
Se le conoce solamente como "El Maestro de Ceremonias".
La película fue nominada a 10 premios Oscar y ganó 8, cosa que sorprendió, pues la favorita de ese año era The Godfather de Francis Ford Coppola, que logró solo 3 premios (mejor película, mejor actor Marlon Brando y mejor guión adaptado).
El film está basado en la novela Adiós a Berlín de Christopher Isherwood y fue ganadora de numerosos premios cinematográficos, actualmente Cabaret está preservada en el archivo de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
Todos los temas que aparecen en la película, por hablar de uno, la antagonía entre la libertad personal y colectiva, el ser individual y el social, y todo lo que gira alrededor, reflejados en este caso en la Alemania prenazi, están soberbiamente expuestos.
Además aparecen, como no, el amor, la amistad, la homofobia, el antisemitismo y un largo etcétera, respaldados por un guión, a mi entender, muy sólido y, sobre todo, por canciones directas y hermosas que ayudan a adelantar mucho la trama y mostrar los sentimientos de los protagonistas.
La película es una crítica a la sociedad de la época con bastantes guiños hacia los tópicos de esta.
Liza Minelli es Sally, la estrella del pub nocturno Kit Kat Klub (irónico KKK)
Ella es la más provocativa y deslenguada de ese escaparate de frivolidades.
Es soñadora e ingenua, explosiva, extraña.
En ella vemos la amargura que se esconde detrás del lujo.
Hace tiempo que no habla con su padre, está sola en tierra extraña.
Sus problemas sexuales y amoríos desfilan en paralelo al Berlín del 1930, espacio que pisa sin imaginar la paulatina influencia del partido nazi.
Se ha hecho a sí misma y ha decidido vivir en una burbuja de sinceridad y extravagancia.
Mueve los brazos como ninguna.
Ella es sinónimo de histrionismo y aventura.
Bambolea sus caderas de mesa en mesa, de señor en señor, en busca de que alguien la convierta en la actriz de cine que siempre ha soñado ser.
Su vida es el cabaret: loca, joven, sin tapujos ni complejos.
Liza Minnelli y su legendaria artista encarnan como nadie las contradicciones de un ritmo de vida no menos contradictorio.
En un momento del film confiesa que esa 'mala vida' puede matarla.
No tiene casa propia, todo en ella parece eventual.
Su mente vislumbra un halo de lucidez cuando, tras un juego amoroso que se convierte en ménage a trois, decide romper con los hombres que ha querido.
No es una persona normal, no puede ni quiere ser una persona normal.
Y al final, el número de Live is a Cabaret tiene el poder de todo lo autobiográfico: ella es el cabaret y el cabaret es ella.
Esos últimos minutos musicales, acertado Oscar a la mejor canción, son una despedida elegíaca, casi resignada, de una protagonista que no puede vivir ni con su amado ni sin él (Michael York, nominado a mejor actor).
En definitiva, una encarnación del espíritu rebelde que la Segunda Guerra Mundial mataría años después.
Joel Grey, Oscar a mejor actor de reparto, es el maestro de ceremonias.
Con él empieza (canta la retahíla Willkommen, Welcome, Bienvenue a los espectadores) y acaba la película.
Su cara surge como una ensoñación después de los títulos de crédito.
El cristal de las copas es su mejor espejo.
Él aparece constantemente en paralelo a las hazañas amorosas de Sally.
Él es un fantasma, una figura amorfa que destapa el lado corrupto de media Alemania: Money Money Money se ríe del capitalismo, Two Ladies es una oda a la promiscuidad.
Él es el guionista del show y se mueve por el pequeño escenario como un diablo todopoderoso.
Su cara es intrigante, sus gestos son rápidos y certeros.
Es el espectáculo y la maldad personificada.
Payaso, prestidigitador y cómico canallesco.
Es el ingrediente principal de un ambiente enrarecido, de pesadilla, que vuelve a abrir el telón con la caída del sol.
Joel Grey da vida a ese personaje extraño que desfila entre enanos, cantantes y musas de cancán.
Él también es el cabaret.
Y cuando Grey desaparece, la película se esfuma tras él.
ENORME
Ese es un legado y su mejor interpretación.
Otra pieza más de un mosaico maestro, como Liza, como Bob.
Es una película ya clásica para el cine musical.
Con este film, Bob Fosse revoluciona el cine musical, esa forma de bailar nunca se había visto en los clásicos de Minnelli (Vincent), Donen o Kelly.
Sin embargo, esta película se encuentra claramente dividida en dos partes que se entrecruzan, dos partes mezcladas, una musical, la que transcurre en el musical Kit Kat Klub, y la parte dramática, con una Liza Minnelli grandiosa y un Michael York excelente.
Una de las mejores escenas de la película, en la que los tres personajes bailan juntos, acercándose la cámara a ellos cada vez más, produciéndose un genial juego de miradas.
El nazismo de telón de fondo está muy bien dibujado, tanto en los números cómicos de Joel Grey como en el resto del metraje, especialmente en la que a mi parecer es la mejor escena de la película, que transcurre en una cervecería alemana al aire libre, cuando un joven alemán empieza a cantar con una voz dulce y perfecta una canción aparentemente hermosa, pero que no es sino un reclamo al poderío de su nación (el joven es nazi) llegando en un momento a cantar con una gran fuerza y sentimiento por su patria y uniéndose a él la mayor parte de los ciudadanos que se encuentran en ese lugar.
Nunca se vio antes en el cine, el nazismo como un sentimiento generalizado en Alemania, en el que la gente creía, el sentimiento de esa nación por ser grande. 
Esa canción, "Tomorrow belongs to me" ha sido tomada por varios grupos neonazis.
De hecho, afirmo que es la antítesis de la escena de La Marseillaise de Casablanca.
Pero el verdadero valor de la película está en la sección musical, la que ocurre en el Cabaret, con un Joel Grey insuperable como Maestro de Ceremonias (consiguió su Oscar al mejor actor secundario por encima de Al Pacino en The Godfather, Grey lo consiguió por una interpretación perfecta).
Los números musicales son sin duda alguna magistrales, con la poderosa y derrochadora voz de Liza Minnelli en canciones como "Mein Herr", "Maybe this time" o la propia "Cabaret"; otros más cómicos como "Money, money", "Two ladies" (fiel reflejo de las relaciones múltiples como la que realmente viven los protagonistas) o la parodia "Tiller Girls".
Pero uno de los números más conseguidos es "If you could see her", una perfecta ridiculización al nazismo y a su supuesta superioridad.
En este número Joel Grey, el perverso y oscuro Maestro de Ceremonias, simula estar saliendo con una mona, que metafóricamente es una chica judía, por lo que la gente les mira mal.
Ese número incluye tanto comedia, como reflexión y además es una magnífica canción.
Cabaret se estrenó cuando el cine musical ya estaba prácticamente desaparecido e hizo que el público se volviera a fijar en este género.
Antes de llevarse a la gran pantalla, Cabaret fue un musical de gran éxito en Broadway.
Los productores de la película exigieron a Joel Grey, que ya había hecho el papel del Maestro en Broadway, para interpretar el mismo papel.
Le dijeron a Bob Fosse, el director: 
"Si prescindes de Grey, nos veremos obligados a prescindir de ti".
En su interpretación fílmica, Grey exageró en la película el acento alemán a manera de burla.
El encargo del vestuario corrió a mano de Charlotte Flemming, reconocida especialista del los trajes de espectáculo en Hollywood, también participó el padre de Liza Minnelli, el director de cine Vincente Minnelli, quien junto a su hija diseñó el maquillaje y el peinado del personaje de Sally Bowles.
La figura de Sally destaca por su estridente maquillaje, basado en pestañas postizas, sombras de ojos en colores ácidos, barra de labios carmín y corte de pelo al estilo "garçon".
La película trata de recrear la vida nocturna del Berlín de la década de los 30 por lo que todo el vestuario girará en torno a la extravagancia, el espectáculo y el derroche de sensualidad.
Destaca todo lo que tenga que ver en el papel de la provocación como son las ligas, las medias, los cuerpos negros, sugerentes cortes y bombines de la época que derrochan una fuerte carga de erotismo y masculinidad.
Cabaret es mucho más que un simple espectáculo de entretenimiento de cara al público.
Tras su exhibición de bailes, movimientos, y chicas seductoras, la película esconde un trasfondo político y de crítica a la sociedad alemana de entonces que no debemos obviar.
El film, mediante la ironía y la crítica sutil, recrea el Berlín a través del club que en realidad todos quieren, el de la diversión, y no el establecido por un régimen aburrido y totalitario.
La película no habla, no explica, por tanto, sino que se arranca a través de la puesta en escena.
En ese sentido es interesante reivindicar a Bob Fosse no sólo como coreógrafo, sino también por su particular mezcolanza de narrativa visual de raíces, incluso, de cine clásico (abundancia de primeros planos realzando las interpretaciones, planificación a partir del espacio y de la ubicación de los personajes...), con una temática, audacia y recursos visuales (montaje histérico y cámara al hombro en breves pero determinantes ocasiones) que le dan una aureola de modernidad aún vigente y le acercan a un cierto cine independiente que entonces iba tomando cuerpo.
¿Qué nos queda?, arte por los cuatro costados.
Bob Fosse estuvo genial al crear esta obra que no me cansaré de ver nunca y que forma parte de la memoria colectiva del cine.
Judy Garland obtuvo “The Wizard Of Oz” y su hija Liza Minnelli “Cabaret”, una delicia de principio a fin.
En definitiva, lo mejor de la película está dentro del Cabaret:

“What good is sitting alone in your room?
Come hear the music play.
Life is a Cabaret, old chum,
Come to the Cabaret”.
(Sally Bowles)



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