Cat On A Hot Tin Roof
“La mentira, como fundamento del pensar y del sentir en nuestra opulenta sociedad; la verdad es algo desesperado, solo los gatos desesperan”
Estamos sin duda ante la mejor obra de Tennesse Williams, toda una reflexión sobre la pasión, la familia, el amor, la envidia, la codicia, sobre la vida y el ser humano.
Cualquiera con un mínimo de sentido común se meterá de lleno en una historia de rencores familiares, de envidias y frustraciones, en la que una homosexualidad implícita del protagonista, en un momento y en un lugar inoportuno que obligaban a ocultarla, es la causa de todos los problemas.
Desde el primer minuto de metraje de la película, todos y cada uno de los personajes que la componen, logran transmitir la impresión indicada para la que fueron creados.
Esto se consigue gracias a un elenco de actores inmejorables.
Cuando la Metro-Goldwin-Meyer se decidió por Elizabeth Taylor, aceptaron pagarle medio millón de dólares y el diez por ciento de la taquilla, condiciones extraordinarias pero convenientes tratándose de la actriz más popular del momento.
La muerte de su marido y productor Mike Todd, el escándalo que se desencadenó al arrebatarle el marido a su mejor amiga, Debbie Reynolds, y el proyecto monumental de “Cleopatra”, mantenían el interés del país por todo lo que hiciera.
Para interpretar el papel de Maggie fueron candidatas actrices como Lana Turner, Vivien Leigh, Grace Kelly o Susan Hayward.
Curiosamente, esta última actriz es quien le ganó el Oscar a la Taylor aquel año, por la película I Want To Live!
El cartel promocional Taylor explotaba su sensualidad como nunca, vestida con una combinación de seda inmaculada, esperando eróticamente a su esposo sobre una cama intacta.
Elizabeth Taylor tuvo que imponerse para que el protagonista masculino lo interpretara Paul Newman, en contra del criterio de los productores que desconfiaban por ser muy poco conocido.
El paso del tiempo ha dejado la impresión de que a pesar de las limitaciones, el guión, del propio Richard Brooks y James Poe, consiguió expresar bien la esencia de la obra original y logra que el espectador perciba la verdad sobre el personaje de Newman.
Para el papel de Brick también hubo varios candidatos, el actor Ben Gazzara que había interpretado el papel en el teatro, pero que rechazó hacerlo en cine, y Elvis Presley que también lo rechazó.
Desde el momento en que se pensó en posibles repartos nadie dudó de que Burl Ives era insustituible como patriarca, repitiendo el papel que ya había hecho en los escenarios de Broadway, y de hecho roba todas las escenas en que aparece.
Ives y Madeleine Sherwood ya habían realizado los mismos personajes de patriarca y su pesada nuera Mae en la obra de teatro.
El público, que en su inmensa mayoría desconocía la obra teatral, la convirtió en una de las diez más taquilleras del año, recaudando más de cinco veces su coste, y obtuvo 6 nominaciones a los Oscar: Película de 1958, director (Richard Brooks), guión adaptado, actor (Paul Newman), actriz (Elizabeth Taylor) y fotografía en un melodrama, pero no ganó ninguno.
Cat On A Hot Tin Roof tiene un fuerte componente de extrañamiento de la realidad en todos sus personajes, seres a medio camino entre dos mundos que no terminan por dar el paso definitivo hacia ninguno.
El encierro es la condición que a todos congrega y enfrenta, más allá de normas morales, sumidos como están en un efecto de reacción frente a un medio hostil.
La metáfora inicial resulta evidente y definen el esfuerzo imposible de liberación individual a través de la descripción de un escenario inmóvil e inmovilizante.
La libertad más evidente, aquella que perfila el entorno de la felicidad, es descrita como un sentimiento del todo imposible en Cat On A Hot Tin Roof.
Se nos muestra a una familia con una gran cantidad de problemas de relación entre ellos, pero a la vez intentan mostrarse alegres y contentos cuando, en general, no se soportan a pesar de que existen grandes lazos afectivos entre algunos de sus miembros.
Pero, como en casi todas las familias, en cuanto hay dinero de por medio para repartir, afloran sentimientos como la codicia, la envidia y la avaricia, mezclados con otros traumas que se han intentado olvidar o disimular, pero que aún siguen ahí, royendo el subconsciente y que, a la mínima, flotan en el ánimo como el aceite en el agua, cuando en realidad el único problema, es la base de todos los demás, la poca comunicación que hay entre ellos y lo poco afectivos que se han mostrado.
No es una película fácil, no hay personajes simpáticos en ella, como es bastante habitual en las obras de Tennessee Williams.
El patriarca es alguien huraño, permanentemente malhumorado, prepotente, que trata mal a todo aquel que le rodea y es especialmente cruel con su mujer.
Una de las nueras, Mae, resulta directamente insufrible, y su caterva de niños aún más, siempre hablando de niños, haciendo la pelota, y guerreando directamente y de la manera más baja por la futura herencia.
El personaje de Newman es indolente, hastiado de todo, misógino, indiferente, marginado y alcohólico.
Su hermano Gooper es alguien sin carácter, apocado ante su padre y dominado por su mujer, traumatizado desde niño por la envidia hacia su hermano y castrado por las exigencias de su padre.
Maggie se muestra generosa cuando intenta salvar su matrimonio e, incluso le tiene algo de afecto al patriarca, pero es igualmente despiadada en la guerra por la herencia que entabla con Mae, porque ella lo tiene muy claro y lo resume en esta frase que pronuncia:
“Se puede ser joven sin tener dinero, pero no se puede ser viejo sin él”.
Es una obra en la que incluso los personajes que se quieren, a la vez se dicen cosas muy fuertes y desagradables, buscando herir y hacer daño.
Aunque igual, esta familia no es del todo tan extraña.
No hace mucho leí un artículo sobre lo mucho que suben las discusiones familiares cuando la familia se reúne, por ejemplo en Navidad, Vacaciones o cualquier otra ocasión para celebrar fechas entrañables.
Curiosamente, ni siquiera la rígida censura de la época, evitó que ésta sea una de las mejores adaptaciones de una obra de Tennesse Williams sino también uno de los grandes clásicos del cine.
Temas como la familia, las relaciones paterno-filiales, el amor o la hipocresía desfilan entre la maestría de sus intérpretes y diálogos.
Y un recital de Elizabeth Taylor, que recibió la noticia de la muerte en un accidente aéreo de quien era su esposo por entonces, el productor Mike Todd, la hizo entregarse aún más al personaje.
Es un buen filme que nos adentra en la mendacidad del ser humano, en los intereses económicos despiadados y en demostrar que el dinero no hace la felicidad.
Una película que claramente muestra sus bases en una obra de teatro, ya que es una cinta de actuaciones y puro diálogo con pocos escenarios.
Si bien el filme transcurre en el interior de una casa, hay mucha variedad de situaciones que lo hacen especialmente atractivo para reflexionar sobre temáticas ríspidas.
Por ejemplo a mansión que representa a su vez la relación familiar.
El piso superior, las emociones superficiales y las conversaciones hipócritas.
La planta baja, los reproches y la avaricia.
Por último, el sótano, donde podemos contemplar la única relación de verdad que existe en esa familia y donde afloran los sentimientos más profundos del padre y el hijo favorito.
La lluvia y el viento que baten el jardín, junto a los truenos que se oyen, contribuyen a crear la atmósfera densa y agobiante que envuelve a los personajes.
La intensidad de la cinta se debe a lo punzante de su guión que escarba en diversas miserias tales como la de un padre que brinda mucho desde lo material pero no se interesa por brindar amor, las ambiciones económicas que no dejan forjar una familia unida y sincera concomitantemente con la puja por el poder que acarrea situaciones poco nobles.
Para destacar las actuaciones de Elizabeth Taylor, Paul Newman y Burl Ives, este trío brinda la suficiencia histriónica necesaria para que la cinta funcione en forma creíble y apasionada, con el agregado de diálogos profundos y un argumento que deja mucho para pensar.
La pieza teatral Cat On a Hot Tin Roof de Tennesse Williams se estrenó el 24 de marzo de 1955, siendo dirigida en teatro por Elia Kazan, el cual le valió a Williams ganar su segundo Premio Pulitzer.
Los Pollitt, la excéntrica familia de la película, se disputan despiadadamente durante dos horas sobre quién heredará los 28,000 acres de tierra (11,331 hectáreas) de la tierra más rica a este lado del Valle del Nilo, propiedad del abuelo.
No obstante, podemos apreciar que el centro real del drama, no es la lucha por la posesión de la tierra, sino más bien la lucha por la posesión de Brick, el hijo favorito, el ex atleta que se ha dado a la bebida.
Como otros muchos personajes de Williams, Brick se aferra al efímero dulce pájaro de la juventud y está absorbido por el pasado.
Le afecta particularmente el recuerdo de su amistad con Skipper.
¿Quién es Skipper?
Umm... interesante...
Nos mantiene con los ojos pegados a la pantalla atendiendo a todos y cada uno de los diálogos para resolver el misterio, un misterio que en realidad está en un segundo plano ya que lo que importa no es por qué Brick es un borracho sino de qué manera va a conseguir salir del bache.
La obra era bastante evasiva en lo tocante al entonces tema tabú de la homosexualidad, pero el film es todavía más tímido, ocultando el pasado de Brick bajo una capa de misterio e insinuaciones.
Tal como está planteado en el film el problema de Brick no es tanto Skipper como el abuelo; esta versión de Brick es menos un posible homosexual que un joven crecido sin el suficiente amor y atención por parte de su padre.
Una vez padre e hijo se han cantado sus verdades, Brick se ha regenerado y ya puede volver a la cama de su mujer.
Excesivamente simplificado, sí, pero nada descaminado si se pretende tratar oblicuamente el tema real de la obra.
Ciertamente, la mentira es el tema principal de la obra teatral y de la mayor parte de la película.
En una de las primeras situaciones del filme, Maggie advierte a Brick “que en este mundo hay cosas que tienes que enfrentar”, pese a lo cual, los personajes esquivan las verdades dolorosas y se mienten unos a otros y a sí mismos.
Por eso Brick culpa de su desintegración a la mentira que lo rodea.
Pero aún aquí se miente a sí mismo, pues no reconoce la culpa que siente por la muerte de Skipper; prefiere culpar de ella a Maggie.
A su vez, toda la familia miente para que Big Daddy no se entere de su enfermedad.
Una y otra vez, los personajes oyen música, ríen o sonríen falsamente, o se valen de un eufemismo o del silencio, para pasar por alto o negar una verdad desagradable.
Cuando Maggie miente en relación con su embarazo, su mentira se equilibra con su astucia.
La verdad…
Todo el mundo grita sobre la verdad, pero esa verdad es tan sucia como las mentiras.
Cuando Brick la respalda en su mentira (“la verdad es algo desesperado, y ella está desesperada”), el siente que la mentira de ella es una promesa.
Maggie por su lado, está dispuesta a hacer lo que sea necesario, con tal de que su mentira se vuelva verdad.
Aunque no queda claro, si nos atenemos únicamente a la versión cinematográfica, sobre los motivos de Brick para no querer tener relaciones sexuales con Maggie, salvo cierta insinuación de que Skipper y Maggie tuvieron un “affaire” del cual se enteró Brick, y fue parte de la causa del suicido de Skipper por haber traicionado al amigo, si resulta evidente la conciencia de Maggie que tiene que lucha por reconquistarlo, siendo en esto un acierto la inclusión de Elizabeth Taylor, al dotar a Maggie de una fogosidad, fuerza, animosidad y sobre todo sensualidad.
A Elizabeth Taylor le creemos su ferviente deseo de llevar a Brick de vuelta a su cama y de retirarle el licor hasta que logre embarazarla, subiendo las escaleras desesperadamente al final, anticipando su triunfo.
O, como siempre sucede en Williams, es el macho el que es indiferente y deseable, y la hembra es la que se desvive por cazarle.
Por su confirmada fama de cazadora de hombres, más perseguidora que perseguida, Liz es, a pesar de su belleza, una congenial heroína de Williams.
Pero la gata Maggie no es una de las grotescas mujeres de Williams; en realidad es una chica equilibrada y agradable.
El papel requiere la robustez y sinceridad que Liz sabe dar cuando tiene ganas.
Provista de un humor soterrado y de un saber apreciar el placer carnal, su Maggie es mañosa, insistente, de genio vivo; chillando a los monstruos cuellicortos del hermano de Brick Gooper, intercambiando insultos con su cuñada, su estúpida antagonista, halagando y regañando alternativamente a su errante esposo, y hablando con el corazón en la mano a sus comprensivos suegros, el Abuelo y la Abuela, Liz está en plena forma desplegando oportunamente y con encanto su sabroso tartajeo sureño.
Su momento más sexy en la pantalla es cuando abraza a Brick y le dice lo bien que huele, lo suave que es su piel: aquí, Dame Elizabeth Rosemond Taylor Hilton Wilding Todd Fisher Burton Burton Warner Fortensky es la adoradora del hombre en su más sofocante expresión.
Es una de las mejores actuaciones de Elizabeth Taylor, pero en cuanto a su poder sexual, es la escena en que la cámara la enfoca, en un primer plano a sus piernas al estar cambiándose de medias, teniendo al fondo a Paul Newman, a quién trata de provocar una reacción, que si no se da en su personaje, creo que si se logró en la mayoría de los espectadores, en relación a la pasión que despertó en nosotros Elizabeth Taylor.
Newman da lo mejor de sí mismo cuando Brick expresa sin hablar pensamientos y emociones, pero también se muestra eficaz en los momentos más vivos, como cuando empieza a gritar a Maggie o a Big Daddy para impedirles llegar a desentrañar la verdad que él se obstina en mantener oculta.
Sin embargo el sentido de esta ‘verdad’, repito, nunca aparece claro.
En el caso de Paul Newman, el director puso al guapo y joven actor porque podía ser fotografiado a lo largo de extensos períodos silenciosos.
Sus ojos, azul transparente, aparecen vivaces durante la mayor parte de la primera mitad de la película, en que sus parlamentos son poquísimos.
Su escena más sexy, que resultan ser muchas, son sobre todo los planos mudos, donde su mirada dialoga y revela datos que no están en el dialogo pero que lo expresa en la pantalla, demostrando una belleza insuperable en servicio y gracias, a su calidad interpretativa.
Era una batalla campal de los sexos, por un lado la perturbadora presencia escultural y felina de Elizabeth Taylor, la de los ojos rasgados de color violeta, y por otro lado un sex symbol recién descubierto.
Williams describió a Brick con “el encanto de ese aire altivo de desapego, que tiene la gente que ha renunciado a la lucha”, pero sugiriendo al mismo tiempo que persiste una gran perturbación, cualidad que expresan con elocuencia en los ojos de Newman.
Este actor, siempre considerado un caballero en lo referente a sus comentarios sobre sus compañeras de rodaje, dijo en una ocasión:
"Maggie provoca a Brick un constante sudor y aliento putrefacto, comprendo ahora mejor el personaje al cabo del tiempo.
Liz nos hizo verlo así, pero con un leve toque de perfume francés".
Tenesse Williams nunca estuvo de acuerdo totalmente con el resultado final del film, siempre quiso a Vivien Leigh, y él terminaba su obra con Maggie aprovechando la indefensión de Brick a causa de la cojera para violarlo y quedarse embarazada en contra de su voluntad.
En la película se optó por otro final, no se mencionaba que los fundadores de la plantación fueran dos gays, ni tampoco las indirectas que el omnisexual Big Daddy lanza sobre que mantuvo relaciones sexuales con sus jefes para heredarla, pero lo que más lamentó fue que Paul Newman no expresara la inclinación homosexual de Brick.
Según sus memorias:
“Oculta el verdadero origen de la autodestrucción del personaje.”
La crítica, por ejemplo, resumía la opinión de la mayoría liberal:
“Este es un caso palpable, no ya de traición, sino de simple eyaculación precoz, ante el orgasmo imaginario, y de cómo debe castrarse una magnífica obra teatral para poder ser llevada al cine”.
Era cierto aunque no nuevo ni exclusivo del cine.
Cat On A Hot Tin Roof se había estrenado en Broadway tres años antes y conseguido los premios más importantes, pero ya entonces la censura había obligado a Williams a suavizar la homosexualidad implícita, y el propio Williams lo matizaba mucho diciendo:
“No es homosexual.
Su autocompasión y el recurso al alcohol no son el resultado de una conciencia culpable.
Siente que el colapso y la muerte prematura de su gran amigo Skipper, que nunca aparece en la obra, fueron provocados por los injustos ataques a su carácter y su moral, incluidos los de Maggie.
La sugerencia se limitaba a que, al menos en algún momento hubo una atracción anormal no concretada.”
George Cukor se negó en un primer momento a dirigir la película que para él, homosexual como Tenesse Williams, era más que una ofensa al texto original.
Pero Brooks, aceptando que no era exactamente el filme que le hubiera gustado hacer, presentó al personaje como un inmaduro que no puede superar la pérdida del amigo íntimo con el que compartía un mundo de admiración mutua, y logró darle ritmo a una acción que se mueve entre un salón y un dormitorio.
El mismo Tenesse 25 años después mantenía sus reservas hacia los cambios al gusto de Hollywood pero ya no repudiaba el film.
Además de mencionar en sus memorias lo mucho que le gustó la interpretación de Newman, en una entrevista de 1983 con la revista Modern Screen iba más allá de reconocer a Brando y Newman como sus dos principales inspiradores cuando inventaba personajes masculinos y decía…
“Nunca tendré el orgasmo perfecto sin sentir el olor a sudor de Brando en A Streetcar Named Desire, o la penetración de los ojos de Newman cuando mira fijamente a Maggie al final de Cat On A Hot Tin Roof….”
Brick: What is, uh, the victory of a cat on a hot tin roof?
Maggie: Just stayin' on it, I guess. As long as she can.
Estamos sin duda ante la mejor obra de Tennesse Williams, toda una reflexión sobre la pasión, la familia, el amor, la envidia, la codicia, sobre la vida y el ser humano.
Cualquiera con un mínimo de sentido común se meterá de lleno en una historia de rencores familiares, de envidias y frustraciones, en la que una homosexualidad implícita del protagonista, en un momento y en un lugar inoportuno que obligaban a ocultarla, es la causa de todos los problemas.
Desde el primer minuto de metraje de la película, todos y cada uno de los personajes que la componen, logran transmitir la impresión indicada para la que fueron creados.
Esto se consigue gracias a un elenco de actores inmejorables.
Cuando la Metro-Goldwin-Meyer se decidió por Elizabeth Taylor, aceptaron pagarle medio millón de dólares y el diez por ciento de la taquilla, condiciones extraordinarias pero convenientes tratándose de la actriz más popular del momento.
La muerte de su marido y productor Mike Todd, el escándalo que se desencadenó al arrebatarle el marido a su mejor amiga, Debbie Reynolds, y el proyecto monumental de “Cleopatra”, mantenían el interés del país por todo lo que hiciera.
Para interpretar el papel de Maggie fueron candidatas actrices como Lana Turner, Vivien Leigh, Grace Kelly o Susan Hayward.
Curiosamente, esta última actriz es quien le ganó el Oscar a la Taylor aquel año, por la película I Want To Live!
El cartel promocional Taylor explotaba su sensualidad como nunca, vestida con una combinación de seda inmaculada, esperando eróticamente a su esposo sobre una cama intacta.
Elizabeth Taylor tuvo que imponerse para que el protagonista masculino lo interpretara Paul Newman, en contra del criterio de los productores que desconfiaban por ser muy poco conocido.
El paso del tiempo ha dejado la impresión de que a pesar de las limitaciones, el guión, del propio Richard Brooks y James Poe, consiguió expresar bien la esencia de la obra original y logra que el espectador perciba la verdad sobre el personaje de Newman.
Para el papel de Brick también hubo varios candidatos, el actor Ben Gazzara que había interpretado el papel en el teatro, pero que rechazó hacerlo en cine, y Elvis Presley que también lo rechazó.
Desde el momento en que se pensó en posibles repartos nadie dudó de que Burl Ives era insustituible como patriarca, repitiendo el papel que ya había hecho en los escenarios de Broadway, y de hecho roba todas las escenas en que aparece.
Ives y Madeleine Sherwood ya habían realizado los mismos personajes de patriarca y su pesada nuera Mae en la obra de teatro.
El público, que en su inmensa mayoría desconocía la obra teatral, la convirtió en una de las diez más taquilleras del año, recaudando más de cinco veces su coste, y obtuvo 6 nominaciones a los Oscar: Película de 1958, director (Richard Brooks), guión adaptado, actor (Paul Newman), actriz (Elizabeth Taylor) y fotografía en un melodrama, pero no ganó ninguno.
Cat On A Hot Tin Roof tiene un fuerte componente de extrañamiento de la realidad en todos sus personajes, seres a medio camino entre dos mundos que no terminan por dar el paso definitivo hacia ninguno.
El encierro es la condición que a todos congrega y enfrenta, más allá de normas morales, sumidos como están en un efecto de reacción frente a un medio hostil.
La metáfora inicial resulta evidente y definen el esfuerzo imposible de liberación individual a través de la descripción de un escenario inmóvil e inmovilizante.
La libertad más evidente, aquella que perfila el entorno de la felicidad, es descrita como un sentimiento del todo imposible en Cat On A Hot Tin Roof.
Se nos muestra a una familia con una gran cantidad de problemas de relación entre ellos, pero a la vez intentan mostrarse alegres y contentos cuando, en general, no se soportan a pesar de que existen grandes lazos afectivos entre algunos de sus miembros.
Pero, como en casi todas las familias, en cuanto hay dinero de por medio para repartir, afloran sentimientos como la codicia, la envidia y la avaricia, mezclados con otros traumas que se han intentado olvidar o disimular, pero que aún siguen ahí, royendo el subconsciente y que, a la mínima, flotan en el ánimo como el aceite en el agua, cuando en realidad el único problema, es la base de todos los demás, la poca comunicación que hay entre ellos y lo poco afectivos que se han mostrado.
No es una película fácil, no hay personajes simpáticos en ella, como es bastante habitual en las obras de Tennessee Williams.
El patriarca es alguien huraño, permanentemente malhumorado, prepotente, que trata mal a todo aquel que le rodea y es especialmente cruel con su mujer.
Una de las nueras, Mae, resulta directamente insufrible, y su caterva de niños aún más, siempre hablando de niños, haciendo la pelota, y guerreando directamente y de la manera más baja por la futura herencia.
El personaje de Newman es indolente, hastiado de todo, misógino, indiferente, marginado y alcohólico.
Su hermano Gooper es alguien sin carácter, apocado ante su padre y dominado por su mujer, traumatizado desde niño por la envidia hacia su hermano y castrado por las exigencias de su padre.
Maggie se muestra generosa cuando intenta salvar su matrimonio e, incluso le tiene algo de afecto al patriarca, pero es igualmente despiadada en la guerra por la herencia que entabla con Mae, porque ella lo tiene muy claro y lo resume en esta frase que pronuncia:
“Se puede ser joven sin tener dinero, pero no se puede ser viejo sin él”.
Es una obra en la que incluso los personajes que se quieren, a la vez se dicen cosas muy fuertes y desagradables, buscando herir y hacer daño.
Aunque igual, esta familia no es del todo tan extraña.
No hace mucho leí un artículo sobre lo mucho que suben las discusiones familiares cuando la familia se reúne, por ejemplo en Navidad, Vacaciones o cualquier otra ocasión para celebrar fechas entrañables.
Curiosamente, ni siquiera la rígida censura de la época, evitó que ésta sea una de las mejores adaptaciones de una obra de Tennesse Williams sino también uno de los grandes clásicos del cine.
Temas como la familia, las relaciones paterno-filiales, el amor o la hipocresía desfilan entre la maestría de sus intérpretes y diálogos.
Y un recital de Elizabeth Taylor, que recibió la noticia de la muerte en un accidente aéreo de quien era su esposo por entonces, el productor Mike Todd, la hizo entregarse aún más al personaje.
Es un buen filme que nos adentra en la mendacidad del ser humano, en los intereses económicos despiadados y en demostrar que el dinero no hace la felicidad.
Una película que claramente muestra sus bases en una obra de teatro, ya que es una cinta de actuaciones y puro diálogo con pocos escenarios.
Si bien el filme transcurre en el interior de una casa, hay mucha variedad de situaciones que lo hacen especialmente atractivo para reflexionar sobre temáticas ríspidas.
Por ejemplo a mansión que representa a su vez la relación familiar.
El piso superior, las emociones superficiales y las conversaciones hipócritas.
La planta baja, los reproches y la avaricia.
Por último, el sótano, donde podemos contemplar la única relación de verdad que existe en esa familia y donde afloran los sentimientos más profundos del padre y el hijo favorito.
La lluvia y el viento que baten el jardín, junto a los truenos que se oyen, contribuyen a crear la atmósfera densa y agobiante que envuelve a los personajes.
La intensidad de la cinta se debe a lo punzante de su guión que escarba en diversas miserias tales como la de un padre que brinda mucho desde lo material pero no se interesa por brindar amor, las ambiciones económicas que no dejan forjar una familia unida y sincera concomitantemente con la puja por el poder que acarrea situaciones poco nobles.
Para destacar las actuaciones de Elizabeth Taylor, Paul Newman y Burl Ives, este trío brinda la suficiencia histriónica necesaria para que la cinta funcione en forma creíble y apasionada, con el agregado de diálogos profundos y un argumento que deja mucho para pensar.
La pieza teatral Cat On a Hot Tin Roof de Tennesse Williams se estrenó el 24 de marzo de 1955, siendo dirigida en teatro por Elia Kazan, el cual le valió a Williams ganar su segundo Premio Pulitzer.
Los Pollitt, la excéntrica familia de la película, se disputan despiadadamente durante dos horas sobre quién heredará los 28,000 acres de tierra (11,331 hectáreas) de la tierra más rica a este lado del Valle del Nilo, propiedad del abuelo.
No obstante, podemos apreciar que el centro real del drama, no es la lucha por la posesión de la tierra, sino más bien la lucha por la posesión de Brick, el hijo favorito, el ex atleta que se ha dado a la bebida.
Como otros muchos personajes de Williams, Brick se aferra al efímero dulce pájaro de la juventud y está absorbido por el pasado.
Le afecta particularmente el recuerdo de su amistad con Skipper.
¿Quién es Skipper?
Umm... interesante...
Nos mantiene con los ojos pegados a la pantalla atendiendo a todos y cada uno de los diálogos para resolver el misterio, un misterio que en realidad está en un segundo plano ya que lo que importa no es por qué Brick es un borracho sino de qué manera va a conseguir salir del bache.
La obra era bastante evasiva en lo tocante al entonces tema tabú de la homosexualidad, pero el film es todavía más tímido, ocultando el pasado de Brick bajo una capa de misterio e insinuaciones.
Tal como está planteado en el film el problema de Brick no es tanto Skipper como el abuelo; esta versión de Brick es menos un posible homosexual que un joven crecido sin el suficiente amor y atención por parte de su padre.
Una vez padre e hijo se han cantado sus verdades, Brick se ha regenerado y ya puede volver a la cama de su mujer.
Excesivamente simplificado, sí, pero nada descaminado si se pretende tratar oblicuamente el tema real de la obra.
Ciertamente, la mentira es el tema principal de la obra teatral y de la mayor parte de la película.
En una de las primeras situaciones del filme, Maggie advierte a Brick “que en este mundo hay cosas que tienes que enfrentar”, pese a lo cual, los personajes esquivan las verdades dolorosas y se mienten unos a otros y a sí mismos.
Por eso Brick culpa de su desintegración a la mentira que lo rodea.
Pero aún aquí se miente a sí mismo, pues no reconoce la culpa que siente por la muerte de Skipper; prefiere culpar de ella a Maggie.
A su vez, toda la familia miente para que Big Daddy no se entere de su enfermedad.
Una y otra vez, los personajes oyen música, ríen o sonríen falsamente, o se valen de un eufemismo o del silencio, para pasar por alto o negar una verdad desagradable.
Cuando Maggie miente en relación con su embarazo, su mentira se equilibra con su astucia.
La verdad…
Todo el mundo grita sobre la verdad, pero esa verdad es tan sucia como las mentiras.
Cuando Brick la respalda en su mentira (“la verdad es algo desesperado, y ella está desesperada”), el siente que la mentira de ella es una promesa.
Maggie por su lado, está dispuesta a hacer lo que sea necesario, con tal de que su mentira se vuelva verdad.
Aunque no queda claro, si nos atenemos únicamente a la versión cinematográfica, sobre los motivos de Brick para no querer tener relaciones sexuales con Maggie, salvo cierta insinuación de que Skipper y Maggie tuvieron un “affaire” del cual se enteró Brick, y fue parte de la causa del suicido de Skipper por haber traicionado al amigo, si resulta evidente la conciencia de Maggie que tiene que lucha por reconquistarlo, siendo en esto un acierto la inclusión de Elizabeth Taylor, al dotar a Maggie de una fogosidad, fuerza, animosidad y sobre todo sensualidad.
A Elizabeth Taylor le creemos su ferviente deseo de llevar a Brick de vuelta a su cama y de retirarle el licor hasta que logre embarazarla, subiendo las escaleras desesperadamente al final, anticipando su triunfo.
O, como siempre sucede en Williams, es el macho el que es indiferente y deseable, y la hembra es la que se desvive por cazarle.
Por su confirmada fama de cazadora de hombres, más perseguidora que perseguida, Liz es, a pesar de su belleza, una congenial heroína de Williams.
Pero la gata Maggie no es una de las grotescas mujeres de Williams; en realidad es una chica equilibrada y agradable.
El papel requiere la robustez y sinceridad que Liz sabe dar cuando tiene ganas.
Provista de un humor soterrado y de un saber apreciar el placer carnal, su Maggie es mañosa, insistente, de genio vivo; chillando a los monstruos cuellicortos del hermano de Brick Gooper, intercambiando insultos con su cuñada, su estúpida antagonista, halagando y regañando alternativamente a su errante esposo, y hablando con el corazón en la mano a sus comprensivos suegros, el Abuelo y la Abuela, Liz está en plena forma desplegando oportunamente y con encanto su sabroso tartajeo sureño.
Su momento más sexy en la pantalla es cuando abraza a Brick y le dice lo bien que huele, lo suave que es su piel: aquí, Dame Elizabeth Rosemond Taylor Hilton Wilding Todd Fisher Burton Burton Warner Fortensky es la adoradora del hombre en su más sofocante expresión.
Es una de las mejores actuaciones de Elizabeth Taylor, pero en cuanto a su poder sexual, es la escena en que la cámara la enfoca, en un primer plano a sus piernas al estar cambiándose de medias, teniendo al fondo a Paul Newman, a quién trata de provocar una reacción, que si no se da en su personaje, creo que si se logró en la mayoría de los espectadores, en relación a la pasión que despertó en nosotros Elizabeth Taylor.
Newman da lo mejor de sí mismo cuando Brick expresa sin hablar pensamientos y emociones, pero también se muestra eficaz en los momentos más vivos, como cuando empieza a gritar a Maggie o a Big Daddy para impedirles llegar a desentrañar la verdad que él se obstina en mantener oculta.
Sin embargo el sentido de esta ‘verdad’, repito, nunca aparece claro.
En el caso de Paul Newman, el director puso al guapo y joven actor porque podía ser fotografiado a lo largo de extensos períodos silenciosos.
Sus ojos, azul transparente, aparecen vivaces durante la mayor parte de la primera mitad de la película, en que sus parlamentos son poquísimos.
Su escena más sexy, que resultan ser muchas, son sobre todo los planos mudos, donde su mirada dialoga y revela datos que no están en el dialogo pero que lo expresa en la pantalla, demostrando una belleza insuperable en servicio y gracias, a su calidad interpretativa.
Era una batalla campal de los sexos, por un lado la perturbadora presencia escultural y felina de Elizabeth Taylor, la de los ojos rasgados de color violeta, y por otro lado un sex symbol recién descubierto.
Williams describió a Brick con “el encanto de ese aire altivo de desapego, que tiene la gente que ha renunciado a la lucha”, pero sugiriendo al mismo tiempo que persiste una gran perturbación, cualidad que expresan con elocuencia en los ojos de Newman.
Este actor, siempre considerado un caballero en lo referente a sus comentarios sobre sus compañeras de rodaje, dijo en una ocasión:
"Maggie provoca a Brick un constante sudor y aliento putrefacto, comprendo ahora mejor el personaje al cabo del tiempo.
Liz nos hizo verlo así, pero con un leve toque de perfume francés".
Tenesse Williams nunca estuvo de acuerdo totalmente con el resultado final del film, siempre quiso a Vivien Leigh, y él terminaba su obra con Maggie aprovechando la indefensión de Brick a causa de la cojera para violarlo y quedarse embarazada en contra de su voluntad.
En la película se optó por otro final, no se mencionaba que los fundadores de la plantación fueran dos gays, ni tampoco las indirectas que el omnisexual Big Daddy lanza sobre que mantuvo relaciones sexuales con sus jefes para heredarla, pero lo que más lamentó fue que Paul Newman no expresara la inclinación homosexual de Brick.
Según sus memorias:
“Oculta el verdadero origen de la autodestrucción del personaje.”
La crítica, por ejemplo, resumía la opinión de la mayoría liberal:
“Este es un caso palpable, no ya de traición, sino de simple eyaculación precoz, ante el orgasmo imaginario, y de cómo debe castrarse una magnífica obra teatral para poder ser llevada al cine”.
Era cierto aunque no nuevo ni exclusivo del cine.
Cat On A Hot Tin Roof se había estrenado en Broadway tres años antes y conseguido los premios más importantes, pero ya entonces la censura había obligado a Williams a suavizar la homosexualidad implícita, y el propio Williams lo matizaba mucho diciendo:
“No es homosexual.
Su autocompasión y el recurso al alcohol no son el resultado de una conciencia culpable.
Siente que el colapso y la muerte prematura de su gran amigo Skipper, que nunca aparece en la obra, fueron provocados por los injustos ataques a su carácter y su moral, incluidos los de Maggie.
La sugerencia se limitaba a que, al menos en algún momento hubo una atracción anormal no concretada.”
George Cukor se negó en un primer momento a dirigir la película que para él, homosexual como Tenesse Williams, era más que una ofensa al texto original.
Pero Brooks, aceptando que no era exactamente el filme que le hubiera gustado hacer, presentó al personaje como un inmaduro que no puede superar la pérdida del amigo íntimo con el que compartía un mundo de admiración mutua, y logró darle ritmo a una acción que se mueve entre un salón y un dormitorio.
El mismo Tenesse 25 años después mantenía sus reservas hacia los cambios al gusto de Hollywood pero ya no repudiaba el film.
Además de mencionar en sus memorias lo mucho que le gustó la interpretación de Newman, en una entrevista de 1983 con la revista Modern Screen iba más allá de reconocer a Brando y Newman como sus dos principales inspiradores cuando inventaba personajes masculinos y decía…
“Nunca tendré el orgasmo perfecto sin sentir el olor a sudor de Brando en A Streetcar Named Desire, o la penetración de los ojos de Newman cuando mira fijamente a Maggie al final de Cat On A Hot Tin Roof….”
Brick: What is, uh, the victory of a cat on a hot tin roof?
Maggie: Just stayin' on it, I guess. As long as she can.
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