¡Átame!

“… resistiré, para seguir viviendo…
Soportaré los golpes y jamás me rendiré, y aunque los sueños se me rompan en pedazos…
Resistiré, resistiré…”

“Nadie te amará como yo”.

Bajo un tono fronterizo entre la comedia y el drama, la obra de Pedro Almodóvar está muy bien lograda, hasta conmueve desde su falsa morbosidad.
Curiosamente, el Síndrome de Estocolmo es una reacción psíquica en la cual la víctima de un secuestro, o persona retenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con quien la ha secuestrado.
En ocasiones, dichas personas secuestradas pueden acabar ayudando a sus captores a alcanzar sus fines o a evadir a la policía.
El Síndrome de Estocolmo puede parecer curioso a primera vista, pero tiene explicación.
En la bibliografía sobre el tema, se mencionan varias posibles causas para tal comportamiento:
Tanto el rehén o la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan.
Los rehenes tratan de protegerse, en un contexto de situaciones que les resultan incontrolables, por lo que tratan de cumplir los deseos de sus captores.
Los delincuentes se presentan como benefactores ante los rehenes para evitar una escalada de los hechos.
De aquí puede nacer una relación emocional de las víctimas por agradecimiento con los autores del delito.
Con base en la historia de desarrollo personal, puede verse el acercamiento de las víctimas con los delincuentes, una reacción desarrollada durante la infancia.
Por otro lado, la pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro es difícil de digerir.
Se hace más soportable para la víctima convenciéndose a sí misma de que tiene algún sentido, y puede llevarla a identificarse con los motivos del autor del delito.
Es importante entender los componentes del Síndrome de Estocolmo relacionados con las relaciones abusivas y controladoras.
Una vez que el síndrome se comprende, es más fácil entender por qué las víctimas apoyan, aman o incluso defienden a sus maltratadores.
En situaciones amenazantes y de supervivencia, buscamos una evidencia de esperanza, algún signo menor de que la situación podría mejorar.
Cuando un abusador o controlador le muestra a la víctima algunos pequeños gestos de amabilidad, aunque de todos modos sean para beneficio de los abusadores, la víctima interpreta esos pequeños gestos de amabilidad como una característica positiva del captor.
Algunos actos mínimos, como permitirle ir al baño o proporcionarles agua o comida, son suficientes para reforzar el Síndrome de Estocolmo en los casos de rehenes tomados por delincuentes.
Algo similar a la percepción de los pequeños gestos es la percepción de un “lado amable”.
Durante una relación, el abusador o controlador puede compartir información acerca de su pasado, cómo fueron maltratados, abusados, descuidados, abandonados o agraviados.
La víctima comienza a sentir que el abusador o controlador puede ser capaz de corregir su conducta o, peor aún, que él (el abusador) también puede haber sido o ser una “víctima”.
Es posible que la víctima desarrolle un sentimiento de compasión hacia el abusador y, a menudo, oímos a la víctima del Síndrome de Estocolmo defender a su abusador, diciendo:
“¡Tuvo una niñez muy dura!”
Aunque puede ser cierto que el abusador o el controlador haya tenido una niñez muy difícil, mostrar compasión por su historia no produce ningún cambio en su conducta, y de hecho, prolonga el periodo de tiempo que la víctima será abusada.
Aun cuando las “historias tristes” siempre son incluidas en sus disculpas, después de un episodio de abuso o control, ¡su conducta nunca cambia!
Téngase en cuenta que una vez que se acostumbre a oír sus “historias tristes”, ellos simplemente intentarán otra estrategia.
Como rehenes es fácil comprender la percepción de la incapacidad de escaparse.
En las relaciones románticas, la sensación de que uno no puede escapar es muy común.
Muchas relaciones abusivas o controladoras se viven como verdaderas relaciones “hasta que la muerte nos separe”, atrapados juntos por cuestiones de conocimiento mutuo, de detalles íntimos u otras situaciones.
¿Cómo es la figura del maltratador?
¿Existe un perfil común?
¿Qué motivos llevan a una persona a abusar de la privacidad de otra, a atravesar esa línea de respeto firme?
Almodóvar trata esta temática, y le da la vuelta de algún modo.
Consigue crear una situación del todo Hanekiana, es decir, emana de una situación/relación insostenible con el opuesto sentimiento, lo inesperado, lo social y humanamente mal visto, y poco o casi nada frecuentado.
Por otro lado, nos presenta el Bondage, que es una denominación aplicada a los encordamientos eróticos ejecutados sobre una persona vestida o desnuda.
Los atamientos pueden hacerse sobre una parte o sobre la totalidad del cuerpo, utilizando generalmente cuerdas, aunque también se pueden ver en muchas ocasiones el uso de cinta, telas, cadenas, esposas, y cualquier otra cosa que pueda servir para inmovilizar a una persona.
Con cierta frecuencia, a la persona se le aplica una mordaza o los ojos vendados.
El bondage puede usarse como práctica estético-erótica, como parte de una relación BDSM, o como una variante erótica más o como elemento en ceremonias de dominación o de sadomasoquismo.
De ahí el encanto de lo insólito.
Almodóvar es un provocador.
Curioso que después de “Mujeres Al Borde de Un Ataque De Nervios”, los gringos compraran la cinta del manchego esperando otra obra de arte, que sin duda lo es, pero se encontraron con un buceador masturbador, tetas por doquier, sexo y una mujer a quien se le ve el chocho porque no usa bragas!.
Pedro provoca con una suerte de insolencias llena de sonrisas que suscitan la inmediata complicidad.
Crea personajes dotados de reacciones y pulsiones, de contradicciones incongruentes que les arrastran con una imperturbable lógica, hacia aventuras insólitas.
Todo está medido al detalle, tanto el diálogo como las peripecias.
Almodóvar tiene multitud de hallazgos donde el encanto arrogante de Victoria Abril y la seducción sosegada tanto como las tiernas atenciones de Antonio Banderas hacen maravillas.
Con él, sólo lo imprevisible es seguro.
Nada mejor para estimularnos la imaginación y el optimismo.
Pedro Almodóvar tiene un sentimiento especial por las mujeres y la feminidad, y que consigue, siempre, traspasar esos sentimientos al espectador a través de sus películas.
Por otro lado, suele representar, por el contrario, una realidad marginal o del subproletariado urbano y abunda en elementos escandalosos y provocadores: policías corruptos, consumo de drogas, maltrato, prostitucióne, etc.
Es así que nos presenta al joven Ricki (Antonio Banderas), huérfano desde los tres años y toda su vida la ha pasado en diferentes instituciones sociales y reformatorios.
Por su parte, Marina (Victoria Abril) es una mujer que ha tenido problemas con las drogas y trabaja como actriz en películas pornográficas y de terror.
Fascinado por ella, Ricki la rapta, dispuesto a hacer todo lo posible para que Marina corresponda a su amor.
El rechazo inicial de la mujer, y sus inútiles intentos de huir, van dejando paso a una progresiva hermandad entre ambos, finalmente convertida en auténtico amor.
¡Átame!, conocida internacionalmente como Tie Me Up, Tie Me Down!, es una película española de 1990, escrita y dirigida por Pedro Almodóvar.
Con Antonio Banderas, Victoria Abril, Rossy de Palma, Francisco Rabal, Loles León, María Barranco,Julieta Serrano, Lola Cardona, Alberto Fernández, Manuel Bandera y José María Tasso
También cabe destacar el hecho de que se tratara de la última película relevante de Antonio Banderas en el cine español, antes de su “salto” al cine de Hollywood.
El guión no deja atisbos de aburrimiento, hace que el espectador se interese y se mueva en esa línea entre lo bueno y lo malo socialmente establecido.
Almodóvar añade a esta historia elementos de la vida cotidiana de los personajes como en el trabajo y en sus vidas en la casa, se les ve mear, cocinar y hasta follar, Almodóvar dedica una escena de sexo entre Banderas y Abril, sin duda Victoria Abril además de ser una pedazo actriz de pies a cabeza sabe rodar las escenas más comprometidas del actor con pura profesionalidad y ni hablar del único Chico Almodóvar, pedazo entre los pedazos.
Lo mejor:
La perseverancia de Ricki, lo jugado por sus sentimientos y la veracidad de estos, y quien es uno para decir que es lo normal, para mi Ricki nunca fue un loco sino que enloqueció de amor nada más...
Lo peor:
El que supuestamente Ricki fuera un enajenado mental, cualquier persona puede tener una hospitalización psiquiátrica y no por eso tildársele de loca, y no simplemente un hombre que enloqueció de amor...
¡Átame! cuenta con la música del inigualable Ennio Morricone, pero sobresale la canción final del Dúo Dinámico.
Para finalizar, esta película nos lleva un mundo en el que el amor obsesionado de un hombre por una mujer lo lleva a atarla, secuestrarla para que ella aprenda a quererlo así como él la quiere, atravesando circunstancias de dolor ya que aquella mujer nunca lo iba a querer de esa manera tan elocuente, pero él en su locura no entendía que lo único que estaba logrando era que ella lo odiara… pero vemos como al pasar el tiempo, ella logró enamorarse y cuando pudo escaparse quiso por lo contrario tenerlo a su lado, convirtiéndose así en un amor verdadero, libre y puro.
¡Átame! es una cinta de reflexión.
Obviamente el secuestrar es algo malo, lo que quiero decir es que nosotros muchas veces ignoramos a esa persona y decimos que nunca nos va amar...
Y puede que nos llevemos una sorpresa al que tu le estés diciendo...

¡Átame! coño!



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