Apocalypse Now

“Me gusta el olor del napalm por la mañana”.
Coronel Kilgore

En el siglo XIV, Dante Alighieri escribió La divina Comedia, en cuyos Cantos del Infierno describe su descenso hacia el Averno hasta encontrarse con Lucifer.
Recuerdo que cuando era un niño y alguien me mostraba una obra de arte, no importa si fuese pintura, arte plástica, un filme, una canción, lo que fuera, siempre pensaba que se debía estar o muy loco o muy ingenuo para pensar que alguna de esas cosas era arte.
Pasó el tiempo y con el mismo llegó la experiencia y la madurez a mi vida, hasta llegar al punto en el que estoy ahora, cuando soy o lo bastante loco o lo bastante ingenuo para distinguir el arte de lo que no lo es.
Apocalypse Now resulto ser arte, CineARTE.
Ésta no es una película sobre la Guerra de Vietnam, Apocalypse Now es Vietnam, es el manifiesto de una ética de guerra.
Esta ética consiste para Coppola en desmantelar las mentiras que perpetúan la guerra justificando cualquier barbaridad.
No lo fue en su momento, y menos aún debe ser una película fácil de digerir por el stablishment estadounidense.
Lejos de mostrar al "héroe americano" expone el derrumbamiento de este ideal: sus flancos débiles, sus pobrezas, sus hipocresías, sus miserias.
Es un filme para pensar.
Te deja helado con su tono macabro, es una meditación sobre la degradación del espíritu humano.
Tres años de rodaje, un tifón, la hipoteca de sus propiedades, la sustitución del protagonista Harvey Keitel por Martin Sheen, el infarto de éste, una crisis matrimonial finalmente resuelta.
No es fácil distinguir las dificultades reales del rodaje de Apocalypse Now con la leyenda que le confirió aura de título maldito.
Se dijo que un desequilibrado robó material rodado y lo devolvería "por entregas", en forma de trocitos calcinados.
Peter Biskind afirmó que los cadáveres del refugio de Kurtz, procedentes en teoría del instituto anatómico forense, eran en realidad cuerpos de tumbas profanadas.
Eleanor Coppola, esposa de Francis, escribió en su diario:
"Es horrible advertir que alguien a quien amas se adentra en el centro de sí mismo y se enfrenta a sus temores, temor al fracaso, a la muerte, a volverse loco.
Hasta ahora no había podido aceptar que el hombre al que amo, mi marido, el padre de mis hijos, pudiera mentir, traicionar y ser cruel con la gente a la que quiere."
Este film produciría un inquietante paralelismo entre Coppola y los personajes principales de la película.
La guerra de Vietnam a esta altura de la historia es un tópico bastante tocado por el cine americano.
Desde varios lugares y en distintos momentos.
Apocalypse Now tiene el mérito de haber sido estrenada muy poco tiempo después de esa guerra -1979-, con las heridas aún frescas en la sociedad Norteamericana.
Resultó que Apocalypse Now es el mejor film sobre la Guerra de Vietnam, uno de los mejores de la historia porque te lleva más allá de las demás películas sobre este conflicto, te lleva dentro de la oscuridad del alma.
No se trata tanto sobre la guerra sino sobre cómo esta revela la verdad, de que hubiera sido mucho mejor jamás haberla descubierto.
Dirigida por Francis Ford Coppola en 1979, está basado en El corazón de las tinieblas (Heart of Darkness), una novela de Joseph Conrad ambientada en el África de finales del siglo XIX, aunque trasladando la acción a la invasión estadounidense de Vietnam.
Ganó dos Oscar, a la mejor fotografía y al mejor sonido, y obtuvo seis candidaturas, al mejor director, a la mejor película, al mejor actor de reparto (Robert Duvall), al mejor guión adaptado, a la mejor dirección artística y al mejor montaje.
También fue merecedora de la Palme d'Or del Festival Internacional de Cine de Cannes de ese año.
En cuanto a las actuaciones, Martin Sheen un desconocido entonces, resultó espléndido.
Marlon Brando increíblemente desenvuelto y sumamente mítico.
Robert Duvall genio, loco y totalmente… loco!.
Y si a eso le sumamos los pequeños papeles que llevaron dos personajes que son hoy grandes figuras del cine como Harrison Ford y Laurence Fishburne, simplemente no se puede quedar más satisfecho.
Es una película lenta, pero intensa, cargada de significado.
Nos muestra los entresijos de una guerra en la que hubo gente que fue de viaje de estudios a un país que, aparentemente, no presentaba grandes dificultades, y se encontraron con la cara más dura de la vida, con una prensa que no contaba toda la verdad por no dañar el orgullo de los yanquis y enmascaraba un verdadero infierno.
Por encima del dolor físico, se enfrentaban a un fuerte ataque psicológico, en una tierra agreste, ante un enemigo tenaz y con una situación de alarma continua.
Gente sin preparación ni madurez, que lastraron una guerra por confiar demasiado en una superioridad inculcada en sus mentes desde que nacieron y que daba como consecuencia la insensatez y la irresponsabilidad.
Se trata de escenas de guerra que son plasmadas en el celuloide con lirismo, con humanidad, con belleza, a través de la deslumbrante fotografía, de los perfectos ángulos de cámara y con la utilización particularísima de la música.
Es una visión demente y racista de la guerra.
Uno puede ver que nadie está en sus cabales - desde Willard, absolutamente perdido en su cuarto de hotel y cuya única vida es la guerra; hasta los soldados haciendo surf en los ríos vietnamitas -.
La manera en que obran va desde la despreocupación y el desdén por la vida humana, hasta la total abstracción en su propio mundo, todas actitudes de aceptación o rechazo frente a la masacre que los rodea.
En general la mayor parte de los anillos de ese infierno termina por mostrar a los americanos como unos cretinos totales; desde el famoso Coronel Kilgore de Robert Duvall, que arrasa un pueblo entero con tal de poder surfear, hasta el festival Playboy - que es un centro comercial clandestino en plena selva -.
Es demencia y es prepotencia.
Sólo así se explica la fabulosa y terrible escena de la Cabalgata de las Valkirias, donde Kilgore extermina la aldea en su propio provecho.
Prácticamente todos los estamentos posibles de la guerra están visualizados en el film.
Los soldados que viven drogados todo el tiempo; los nervios a flor de piel, que culminan con la matanza en el Sampán; el límite final con el puente sobre el río, donde absolutamente todos los soldados han perdido el juicio y disparan como locos a las sombras.
Es caos puro y total.
Entre tanto, nos apasionamos con la búsqueda del enigmático Coronel Kurtz.
Un personaje tan bien construido desde la ausencia que acapara un extraño y malsano protagonismo, desbordado cuando se llega a ese universo dantesco que ha tomado como su hogar.
Y es entonces cuando Marlon Brando aparece, entre luces y sombras, para culminar la película con una serie de secuencias del todo memorables.
Es un psicópata de los que entusiasman, de los que nacen fruto de la mentalidad fanática estadounidense y cuya filosofía de vida es tan aterradora como sugestiva.
Un personaje cumbre en la película, que la determina y que influye directamente en la del resto de individuos: al interpretado de forma introspectiva por Martin Sheen, que seguirá la investigación y sentirá la contradicción entre la atracción y el rechazo, al de un desquiciado Dennis Hopper, rendido a su carisma o el de toda una comunidad de indígenas que lo adoran como su Dios.
Kurtz critica como una gran mentira la inmoralidad escondida en el americano medio:
"Enseñan a los chicos a disparar a la gente, pero no les dejan escribir la palabra fuck en sus aviones".
A su vez, mata sin apelar a las justificaciones típicas de los militares y gobernantes de su país (el ser nacional, el american way of life, la seguridad global, etc), porque las considera falsas.
Aniquila simplemente para mantener su poder, y de esta forma poder seguir expresando su denuncia.
"Nunca debes abandonar el bote", dice Willard en los comienzos de la película.
Esta idea de abandonar el bote sin duda tiene que ver con abandonar lo propio, y dentro de lo propio la cultura: ideas, prejuicios…
Obliga a observar las cosas desde otro punto de vista.
Kurtz abandonó el bote y se transformó.
Más tarde también lo hará Willard.
"Sólo debes abandonarlo si estás dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias."
Abandonar el bote es lo que le permitió a Kurtz mirar de enfrente a ese "circo de payasos" y así decidirse a crear su propio orden.
Todas las ideas de la película se representan en puntos clave camuflados en escenas extrañas pero que podían pasar desapercibidas.
En lo que se refiere al conflicto vietnamita deben revisarse dos:
Una muy clara que demuestra cual era el estado organizativo del ejército americano en el país (“Yo creía que usted era el jefe”); y la segunda, genial pero tal vez oculta que demuestra cual era el estado tanto del ejército como de la gran nación americana.
Y es que la muerte a manos de una lanza con la siguiente respuesta del soldado al verse morir de una forma tan primitiva, demuestra la sorpresa de como un país tan pequeño pudo ganarle la guerra a la mayor potencia mundial y aclara que el poder termina encontrando sus limitaciones y puede caer en manos de cualquiera, ataque con piedras o bombas atómicas.
Pero si esto resulta atractivo puede que sea lo más trivial visto lo que viene después.
Y es que la breve aparición de Marlon Brando se hincha a anotar puntos indiscriminadamente.
Y he aquí, mensaje que resulta fundamental en la película, no tanto el anti belicismo evidente por el que se la crítica, sino por el absurdo de la doble moral.
Absurdo que se traduce en esa frase magistral que sentencia que estaba prohibido escribir palabras como “Fuck” en las bombas que se tiraban a los vietnamitas por resultar ofensivas e indecorosas...evidentemente, muy poca gente se siente ofendida ante que un pepinazo te estalle en la cara.
Y aquí está lo curioso de la guerra: resulta que en la guerra hay prácticas que no se permiten hacer... pero la guerra en sí, sí.
Pero bueno podemos ir más allá todavía.
Y es que un momento magistral del filme es el genial montaje simbólico de la vaca.
Con él, vemos la muerte de Dios para intercambiarlo por otro Dios indefinido.
Pero más allá, la muerte de América por América misma.
Con esto, detalle especial: por un momento Matin Sheen siente el poder de un Dios y aparentemente duda en aceptarlo.
Sin embargo decide abandonar a su suerte la zona, romper el sistema establecido (que tal vez funcionase) y probablemente dejar la zona desolada.
¿Le suena esto a alguien con respecto a la historia reciente?
A fin de cuentas, huir con el fusil entre las piernas destruyendo el problema que habíamos creado; destruyéndolo que no arreglándolo.
Aún así, no solo de profundidad temática se sostiene el filme.
Es que tiene una rotundidad técnica inusitada, muchas veces increíble gracias a la elección de la banda sonora.
Coppola funde western y fantasía, reforzado todo con una música que parece, de momento, cualquier cosa menos bélica.
La música compuesta por Carmine Coppola, el padre del director, y por el propio Francis es un elemento poco estudiado respecto a su aportación vital a la película.
Aquí adquiere caracteres hipnóticos, mezclándose además con el obsesivo tema sonoro del sonido de la hélice del helicóptero.
En los momentos previos al ataque, la elección del director es calma antes de la tempestad.
O el famoso plano de los helicópteros con la “Ritt der Walküren” de Die Walküre, segunda de las cuatro óperas o tetralogía del ciclo titulado Der Ring des Nibelungen de Richard Wagner, todo un alarde de potencial armamentístico y de creación del miedo y la magnificencia en la batalla.
En él, primero oímos en la lejanía el tronar de las notas de Wagner, con el vello erizado quizá.
Los sucesivos cortes de planos de helicópteros, desde dentro y desde fuera de ellos, coinciden con los golpes de voz de la soprano Birgit Nilsson bajo la batuta de Sir Georg Solti y la Wiener Philharmoniker, que canta el tema wagneriano inicial del tercer acto: Hojotoho! Hojotoho!, y el lanzamiento de las primeras bombas con el clímax y el tema principal.
Esto es una ópera del horror.
Wagner dijo una vez:
"Si el público no ha enloquecido mi obra habrá fracasado".
En nuestros días Die Walküre siguen cabalgando con fuerza.
O la toma de los soldados haciendo surf con bombas estallando a poca distancia de su posición (en un momento de auténtico delirio).
Resulta reduccionista decir que Apocalypse Now es una película sobre Vietnam.
Va más allá: podría ser cualquier guerra, y podría no hablar de guerra alguna.
Habla de actos humanos y sus consecuencias.
De la posibilidad de hacer el bien y el mal.
De las dudas y la tendencia a juzgar al otro.
Curiosamente, el título de la película proviene de unas chapas hippies muy populares en los 70, época en la que se rodó el film, en las que se podía leer:
"Nirvana Now".
Honestamente y retomando el discurso inicial, no es un filme para todo público... se necesita estar o un poco loco o ser un poco ingenuo, para saberla valorar.
Es una verdadera obra de arte.
Uno llega a la conclusión de que el infierno del Dante, es un jardín de niños, comparado con el miedo que devora el alma del hombre cuando su único fin es el exterminio de su propia especie y su dios es un ídolo entre tinieblas en lo más profundo de su ser.

"Es imposible para las palabras describir lo que es necesario para aquellos que no saben lo que el horror significa.
El horror.
El horror tiene una cara... y uno debe hacerse amigo del horror.
El horror y el terror moral son tus amigos.
Si no lo son, son enemigos a los que hay que temer.
Son enemigos de verdad".
Coronel Walter E. Kurtz





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